miércoles, 9 de septiembre de 2015

El retorno a lo cotidiano

El Retorno a lo Cotidiano



Tras unos días de desconexión con la cotidianidad de nuestras vidas en las que nos hemos alejado de las preocupaciones, de las obligaciones, de los horarios, de las caravanas y retrasos del transporte público, etc.. Comenzamos de nuevo a ubicarnos en el entorno que nos acompaña el resto del año. Parece ser que nos sentimos renovados, que la desconexión ha funcionado y que hemos cargado pilas para enfrentarnos de nuevo a la jungla donde pasamos el resto del año. 
A mi particular y humilde entender, cualquier época vacacional proporciona un espacio para poder hacer aquello que el resto del año queda fuera de nuestro alcance y así vernos como las personas felices y de buen rollo que nos gustaría ser los 335 días restantes. En esta época de descanso solemos mostrar a los que nos rodean lo mejor de nosotros mismos, habitualmente siendo más pacientes, simpáticos, intentado comprender culturas distintas, descubriendo con ambición lugares mágicos, disfrutando de nuestro tiempo libre...  un buen rollo que nos hace disfrutar de cada comida, bebida y compañía con la que nos impregnamos. Podríamos decir que somos la mejor versión de nosotros mismos y la que nos gustaría ser siempre.

El temor del retorno a lo cotidiano, empieza siendo una gran realidad, cuando en el lugar de trabajo se observa que todo permanece tal y como lo dejamos, las mismas caras, los mismos comentarios, la misma política empresarial de producción, nos damos cuenta que todo a perdurado a nuestra ausencia, lo que más nos gusta y también lo que más nos disgusta. Y es, en este traspaso de acontecimientos que la  mejor versión de nosotros mismos se va por el retrete. Mientras nos abstraemos pensando en lo bien que nos lo hemos pasado estas vacaciones. Aquella versión tan guay de nosotros mismos, se va transformando en otra un poco menos amable, un poco menos curiosa, un poco memos paciente y volvemos a caer en la monotonía. Despacio nos vamos transformando en personas estresadas por nuestras cargas diarias, bien laborales, familiares, académicas...
Realmente es una lástima perder de una forma tan simple y rápida la ilusión... 

Yo me pregunto: ¿A que se debe que no nos organicemos un espacio, por pequeño que sea, para hacer cada día aquello que nos complace, que nos desestresa, que nos devuelve en alguna medida a los días vacacionales?, ¿Por que motivo nos excusarnos una y otra vez en la falta de tiempo?, ¿Acaso no queremos hacer nada más que obligaciones cotidianas?, ¿Quizás sea que le hemos puesto precio a la felicidad?. A todas estas preguntas, podemos encontrar argumentos un tanto inestables que nos den pie a pensar que no puede ser de otra forma, que nos toca resignarnos a pasar otro otoño, Invierno y primavera de nuestra vida resignados y sin emociones que nos hagan sacar lo mejor de nosotros mismos. Mirando hacia otro lado vemos personas, conocidos que al terminar su jornada laboral, en ocasiones de 10 horas, sacan las fuerzas para hacer aquello que les satisface y les acerca a las emociones más positivas que hacen sobresalir lo mejor, lo mejor de la persona. Y este empuje de satisfacción los acerca a alejarse de la monotonía, de la rutina que tanto nos angustia y nos perpetua a vivir condicionados. Para justificar este condicionamiento de acomodación a la no satisfacción de las personas que viven esperando otras vacaciones, otros días de descanso, otro tiempo personal... solamente he encontrado una respuesta que me ha convencido minimamente: Nos auto-engañamos para auto-compadecernos y no responsabilizarnos de nuestra in-felicidad, basándonos en justificaciones un tanto absurdas que nos limitan y nos hacen perder de vista la perspectiva de que podemos sonreír todos los días, podemos generarnos positividad todos los días y si cabe podemos hacernos felices todos los días, sin esperar, viviendo el presente, escapándonos un poquito cada día y aprovechando el hecho de estar vivos.

Si lees esta reflexión y se te ocurre alguna otra respuesta que no sea un auto-engaño, te agradecería la compartieras para comprender mejor al ser humano.

Muchas gracias de antemano

Fuente: Ana Balanzá 

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