jueves, 29 de mayo de 2014

Sólo por Amor

Un cuento que fascinó a unas niñas muy especiales...

Sólo por amor...


Camino por mi camino.
Mi camino es una ruta con un solo carril: el mío.
A mi izquierda, un muro eterno separa mi camino del camino de alguien que transita a mi lado, al al otro lado del muro.
de vez en cuando, en este muro encuentro un agujero, una ventana, una hendidura... Y puedo mirar hacia el camino de mi vecino o vecina.
Un día mientras camino, me perece ver, al otro lado del muro, una figura que transita a mi ritmo, en mi misma dirección.
Miro esa figura: es una mujer. Es hermosa.
Ella también me ve. Me mira.
La vuelvo a mirar.
le sonrío...Me sonríe.
Un momento después, ella sigue su camino y yo apuro el paso porque espero ansiosamente otra oportunidad para cruzarme con esa mujer.
En la siguiente ventana me detengo un minuto.
Cuando llega, nos miramos a través de la ventana.
Le digo con señas lo mucho que me gusta.
Me contesta con señas. No sé si que significan lo mismo que las mias, pero intuyo que ella entiende lo que yo quiero decirle.
Siento que me quedaría un largo rato mirándola y dejándome mirar, pero sé, que mi camino continúa...
Me digo que, quizás, más adelante habrá seguramente una puerta. Y a lo mejor puedo cruzarla para encontrarme con ella.
Nada da mas certeza que el deseo, así que me apuro para encontrar la puerta que imagino.
Empiezo a correr con la vista clavada en el muro.
Un poco más adelante, la puerta aparece.
Allí está, al otro lado, mi ahora deseada y amada compañera. Esperando...esperándome...
Le hago un gesto. Ella me devuelve un beso en el aire.
Me hace una señal como llamándome. Es todo lo que necesito. Avanzo contra la puerta para reunirme con ella, a su lado del muro.
La puerta es muy estrecha. Paso la mano, paso el hombro, hundo un poco el estómago, me retuerzo un poquito sobre mi mismo, casi consigo pasar mi cabeza... Pero mi oreja derecha se queda atascada.
Empujo.
No hay forma. No pasa.
Y no puedo usar mi mano para retrocederla, porque no podría poner ni un dedo allí...
No hay espacio suficiente para pasar mi oreja, así que tomo una decisión...
(Porque mi amada está allí, y me espera).
(Porque es la mujer con la que siempre soñé y me está llamando)
Saco una navaja de mi bolsillo y, de un solo tajo rápido, me atrevo a darme un corte en la oreja para que mi cabeza pase por la puerta.
Y lo consigo: mi cabeza consigue pasar.
Pero, después de mi cabeza, veo que es mi hombro el que ha quedado atrapado.
La puerta no tiene la forma de mi cuerpo.
Hago fuerza, pero no hay remedio. Mi mano y mi cuerpo han pasado, pero mi otro hombro y  mi otro brazo no pasan...
Ya nada me importa, así que...
Retrocedo, y sin pensar en las consecuencias, tomo impulso y fuerzo mi paso por la puerta.
Al hacerlo, el golpe desarticula mi hombro y el brazo queda colgado, como sin vida. Pero ahora, afortunadamente, en una posición tal que puedo atravesar la puerta...
Ya casi estoy al otro lado.
Justo cuando estoy a punto de terminar de pasar por la hendidura, me doy cuenta de que mi pie derecho se ha quedado enganchado al otro lado.
Por mucho que me esfuerzo, no consigo pasar.
No hay forma. La puerta es demasiado angosta para que mi cuerpo entero pase por ella.
Demasiado angosta: no pasan mis dos pies...
No lo dudo. Estoy ya casi al alcance de mi amada.
No puedo echarme atrás...Así que, agarro el hacha y, apretando los dientes, doy el golpe desprendo al pierna.

Ensangrentado , a saltos, apoyado en el hacha y con brazo desarticulado, con una oreja y una pierna menos, me encuentro con mi amada.

-Aquí estoy. Por fin he pasado. Me miraste, te miré, me enamoré. he pagodo todos los precios por ti. Todo vale la pena en la guerra y en el amor. No importan los sacrificios. valían la pena si eran para encontrarse contigo, para poder seguir juntos...Juntos para siempre.

Ella me mira mientras se le escapa una mueca.
-Así no, así no te quiero... A mí me gustabas cuando estabas entero.

Cuentos para pensar 
Jorge Bucay


miércoles, 28 de mayo de 2014

Cocaína

Patrocinadores de la cocaína



Las substancias tóxicas se expanden cada vez con más aceptación entre los jóvenes y no tan jóvenes de nuestro país. En la actualidad que padres e hijos fumen hachís, es entendido como la mantención de una relación abierta en el seno de la familia. No obstante el consumo precoz de hachís, así como de cualquier otra sustancia en los adolescentes, (13-14 años) conlleva una exposición de riesgo hacía funciones neuronales en fase de maduración, por lo que en la adultez los trastornos psicológicos pueden ser mayores y/o  más graves, así como el riesgo de padecerlos.

Si retrocedemos en el tiempo y buscamos la expansión de las drogas y en concreto de la cocaína, vemos como los peligros que conlleva su uso quedaban disfrazados ya desde su implantación como potenciador del estado de ánimo en la década de los 80. Quizás por desconocimiento de los efectos nocivos sobre la salud, quizás porque emergía una industria similar a la del tabaco en la que los intereses económicos solapaban a los intereses de salud general, también puede ser que los efectos de la coca fuesen, de alguna forma, entendidos como beneficiosos  para suplir muchas de las adicciones del momento entendidas como “más graves”.

Lo curioso de todo ello son las recomendaciones de médicos y entendidos en materia de la salud de su buen uso como estimulante general.
De hecho existen tribus donde el uso de la coca pura ayuda en curaciones de dolencias varias, ahora claro, ello está lejos de intereses de comercialización, y por supuesto de intereses económicos que es donde se pervierte el posible uso beneficioso de la sustancia.

El origen del uso de la cocaína en Estados Unidos en la década de los 80 según Davis Musto.

Extracto del libro de Freud, S. (1980) Escritos sobre la cocaína. Introducción pp, 29 y 30. Anagrama. Barcelona.

"La cocaína logró gran popularidad en Estados Unidos como tónico general, como específico para la sinusitis y la fiebre del heno, y como cura para los hábitos del opino, la morfina y el alcohol. Periódicos eruditos publicaron explicaciones en las que se evitaba advertir contra el peligro del usos de la cocaína sin limitación ninguna. Hombres emprendedores dedicados a la medicina, como William Hammond, ex cirujano general del ejército, juraba por la cocaína y tomaba un vasito lleno en cada comida. También se sentía orgulloso de poder anunciar que la cocaína era proclamada remedio oficial por la Asociación contra la Fiebre del Heno magnifico respaldo, desde luego. Sigmund Freud es quizás el más recordado de cuantos propusieron el uso de la cocaína como tonificante general y remedio para la curación de las adicciones. Escribió varios artículos en las revistas médicas europeas sobre la maravillosa sustancia, que ya había llamado la atención a las revistas médicas norteamericanas.

En Estados Unidos las propiedades que tenía la cocaína de crear estados de júbilo la convirtieron en uno de los ingredientes favoritos de todas las medicinas, bebidas gaseosas, vinos, etc. La empresa Parke Davis, productora excepcionalmente entusiasta de la cocaína, vendía incluso cigarrillos de hojas de coca y cherutos de coca para acompañar a sus demás productos, que proporcionaban cocaína en una amplia variedad de presentaciones y medios, tales como una mezcle con alcohol tipo licor llamada Coca cordial, así como tabletas, inyecciones hipodérmicas, ungüentos y pulverizadores."

miércoles, 21 de mayo de 2014

Discurso y manipulación: Discusión teórica y algunas aplicaciones



La manipulación de la comprensión del discurso basada en la MCP
En primer lugar, el discurso en general y el discurso manipulativo en particular involucran el procesamiento de la información en la memoria de corto plazo (MCP), dando como resultado básicamente la comprensión (de palabras, cláusulas, oraciones, enunciados y señales no verbales), por ejemplo, en términos de los ‘significados’ proposicionales o ‘acciones’. Este procesamiento es estratégico, en el sentido de ser inmediato (on-line), dirigido a un fin, que opera a distintos niveles de la estructura del discurso e hipotético: se hacen conjeturas rápidas y eficientes y se toman atajos en lugar de hacer análisis completos.

Una forma de manipulación consiste en controlar algunas de estas estrategias que están parcialmente automatizadas. Por ejemplo, imprimiendo parte del texto en posición destacada (por ejemplo al inicio) y en letras más grandes o en negrita. Ello atrae más la atención y requerirá más tiempo de procesamiento o recursos mnemónicos, tal como sucede con los titulares, títulos o consignas –con lo que se contribuye a un procesamiento más detallado y a una mejor representación y recuerdo–. Los titulares y títulos también funcionan como la categoría textual convencional para la expresión de la macroestructura semántica o tópico, que organiza las estructuras semánticas locales; también es por esta razón que estos tópicos se representan y recuerdan mejor. Lo que queremos señalar aquí es que rasgos específicos del texto oral o escrito –tales como su representación visual– pueden específicamente afectar el control de la comprensión estratégica en la MCP, de modo que los lectores presten más atención a cierta información que a otra.

Por supuesto, esto no ocurre solo en la manipulación, sino también en otras formas legítimas de comunicación, como presentación de noticias, libros de estudio y un sin número de otros géneros. Esto sugiere que, en términos cognitivos, la manipulación no tiene nada de especial: hace uso de propiedades muy generales del procesamiento del discurso. Así pues, tal como fue el caso en el análisis social de la manipulación, necesitamos más criterios para distinguir entre la influencia legítima y la ilegítima en el procesamiento del discurso. La manipulación en esos casos puede consistir en el hecho de llamar la atención hacia la información A en vez de B, de modo que la comprensión resultante puede ser parcial o sesgada; por ejemplo, cuando los titulares enfatizan detalles irrelevantes más que los tópicos importantes de un discurso –perjudicando con ello la comprensión de detalles por la influencia del procesamiento de arriba hacia abajo de los tópicos–. La otra condición social que debiera agregarse en este caso, y tal como lo hicimos anteriormente, es que esa comprensión parcial o incompleta juega en favor de los intereses de un grupo o institución poderosa y en contra de los intereses del grupo dominado. Obviamente, esta no es una condición cognitiva ni textual, sino una normativa social y contextual: los derechos de los receptores de ser adecuadamente informados. Nuestro análisis cognitivo pretende explicar detalladamente cómo la gente es manipulada mediante el control de sus mentes, pero no se puede explicar porqué esto es malo. Procesos similares entran en juego en muchas formas de expresión no verbal, tales como la configuración o disposición general, el uso del color, fotografías o dibujos en la comunicación escrita, o gestos, muecas faciales y otras actividades no verbales en el discurso oral. 
Dado que el procesamiento del discurso en la MCP incluye formas tan diferentes de análisis como operaciones fonéticas, fonológicas, morfológicas, sintácticas y léxicas, todas dirigidas hacia una comprensión eficiente, todos y cada uno de estos procesos de la MCP pueden ser influenciados por diversos medios. Por ejemplo, una pronunciación más clara o lenta, una sintaxis menos compleja y el uso de términos básicos, un tópico claro acerca de un tema que los receptores manejan bien, entre otras muchas condiciones, en general tenderán a favorecer la comprensión.Esto también significa que si los hablantes quieren dificultar la comprensión, tenderán a hacer lo opuesto, es decir, a hablar más rápido, con menor claridad, con oraciones más complejas, palabras más abstrusas, tópico confuso acerca de un tema menos conocido por la audiencia –como puede ser el caso, por ejemplo, en los discursos legales o médicos que no están dirigidos, primordialmente, hacia una mejor comprensión por parte de los clientes y, en consecuencia, puede asumir formas manipulativas cuando se estorba intencionalmente la comprensión–. En otras palabras, si grupos o instituciones dominantes quieren facilitar la comprensión de información consistente con sus propios intereses e impedir la comprensión de la información que no favorece sus intereses (y viceversa para sus receptores) entonces pueden típicamente usar estas formas de manipulación basadas en la MCP de la comprensión del discurso. Vemos que hay dimensiones cognitivas, sociales, discursivas y éticas implicadas en este caso cuando se dificulta o se prejuicia ilegítimamente la comprensión del discurso. La dimensión ética también puede involucrar otro criterio (cognitivo) referido a si este control de la comprensión es intencional o no lo es –como es el caso cuando se distingue entre asesinato y homicidio no premeditado o cuasi delito de homicidio. Esto significa que en los modelos contextuales de los hablantes o escritores hay un plan explícito para dificultar o prejuiciar la comprensión.2. Manipulación episódica
La manipulación basada en la MCP se lleva a cabo en forma instantánea (on-line) y afecta el proceso estratégico para la comprensión de discursos específicos. Sin embargo, la mayoría de las veces la manipulación está dirigida hacia resultados más estables y por ello se centra en la memoria de largo plazo (MLP), es decir, en el conocimiento, en las actitudes y en las ideologías, como veremos en un momento. También forman parte de la MLP los recuerdos personales que definen la historia y las experiencias de nuestra vida, representaciones que tradicionalmente se asocian a la memoria episódica. Es decir, nuestro recuerdo de eventos comunicativos –que se encuentran entre nuestras experiencias cotidianas– está almacenado en la memoria episódica, a saber, como modelos mentales específicos con sus propias estructuras esquemáticas. Contar una narración significa formular el modelo mental personal y subjetivo que tenemos de alguna experiencia. Y comprender una noticia o un cuento implica la construcción de un similar modelo mental por parte de los receptores. 
En la memoria episódica la comprensión de un texto o enunciado se relaciona, pues, con modelos más completos de experiencias. La comprensión no consiste solo en la asociación de significados y palabras, oraciones o discursos, sino en la construcción de modelos mentales en la memoria episódica, que incluyen nuestras propias opiniones y emociones asociadas con un evento oído o leído. Es este modelo mental el que constituye la base de nuestros futuros recuerdos, así como la base de nuevos aprendizajes, tales como la adquisición de conocimientos, actitudes e ideologías basados en la experiencia.

Nótese que los modelos mentales son únicos, ad hoc y personales: es mi interpretación individual de este discurso particular en esta situación específica. Por supuesto que estos modelos mentales también implican la ‘instanciación’ de conocimientos y creencias compartidas socialmente –de modo que de hecho podemos comprender a los demás y la comunicación y la interacción es posible–, pero el modelo mental como un todo es único y personal. Existen otros conceptos de modelo (mental, cognitivo) que se usan para representar conocimiento cultural, socialmente compartido (véase, por ejemplo, Shore, 1996), pero no es a ese tipo de modelo al que me estoy refiriendo aquí.

Los modelos mentales no solo definen nuestra comprensión de los enunciados y los textos en sí mismos (mediante la representación de aquello de lo que trata el discurso), sino también la comprensión de todo el evento comunicativo. Los resultados de esta comprensión se representan en ‘modelos contextuales’, que al mismo tiempo, para los hablantes operan como sus –dinámicamente cambiantes– planes para hablar (van Dijk, 1999).

Dado el papel fundamental que juegan los modelos mentales en el habla y la comprensión, es de suponer que la manipulación estará especialmente dirigida a la formación, activación y usos de los modelos mentales en la memoria episódica. Si los manipuladores quieren que los receptores entiendan el discurso tal como ellos desean, es fundamental que los receptores formen el modelo mental que los manipuladores quieren que ellos construyan para así restringir la libertad de interpretación o, al menos, la probabilidad que entiendan el discurso en un sentido contrario al interés de los manipuladores.

Posteriormente, vamos a examinar algunas de las estrategias discursivas que están dirigidas de este modo hacia la formación o activación de modelos ‘preferentes’. La mayoría de las veces, la estrategia consiste en enfatizar discursivamente aquellas propiedades del modelo que son consistentes con nuestros intereses (por ejemplo detalles acerca de nuestras buenas obras) y desenfatizar discursivamente aquellas propiedades que son inconsistentes con nuestros intereses (por ejemplo detalles acerca de nuestras malas obras). Culpar a la víctima, así, es una de las formas en las que el grupo dominante discursivamente influencia los modelos mentales de los receptores, por ejemplo, mediante la re-atribución de la responsabilidad de las acciones a favor de sus propios intereses. Cualquier estrategia discursiva que puede así contribuir a la formación o reactivación de modelos preferidos puede ser usada en el discurso manipulativo. Como es el caso en el procesamiento de la MCP, gran parte de la formación y activación de modelos están más bien automatizadas y el sutil control de los modelos mentales a menudo ni siquiera lo notan los usuarios, con lo que se facilita la manipulación.
3. Manipulación de la cognición socialManipular discursivamente cómo los receptores comprenden un evento, acción o discurso es, en ocasiones, muy importante, especialmente en el caso de sucesos tan monumentales como el ataque al World Trade Center en Nueva York, el 11 de septiembre del año 2001 o el ataque con bombas en el tren de España el 11 de marzo de 2004. De hecho, el gobierno conservador español dirigido por José María Aznar trató de manipular la prensa y a los ciudadanos para que creyeran que el ataque había sido cometido por la ETA, en vez de por los terroristas islámicos. En otras palabras, a través de sus declaraciones, así como las de su Ministro del Interior, Acebes, Aznar quería influenciar la estructura del modelo mental correspondiente al evento, enfatizando el agente preferido del ataque –un modelo que sería consistente con sus propias políticas anti-ETA–. Dado que pronto se hizo evidente que esta vez no había sido ETA sino que Al Qaeda el responsable del ataque, los votantes en las elecciones venideras se sintieron manipulados y votaron para sacar a Aznar y al Partido Popular del gobierno.

Aunque estos sucesos y otros semejantes, así como los discursos concomitantes que los describen y explican, dan origen a modelos mentales que pueden ocupar un lugar especial en la memoria episódica de manera que son bien recordados durante largo tiempo, la forma más influyente de manipulación no se centra en la creación de modelos mentales preferidos específicos, sino en conocimientos abstractos más generales, como saberes, actitudes e ideologías. Por ello, si un partido político quiere aumentar su popularidad ante los votantes, típicamente tratará de cambiar positivamente la actitud de los votantes acerca de ese partido, porque una actitud general socialmente compartida es mucho más estable que los modelos mentales (y opiniones) de usuarios individuales de la lengua. Influir en las actitudes implica influir en grupos completos y en relación a muchas situaciones. Así, si los gobiernos quieren restringir la inmigración, tratarán de formar o modificar las actitudes de los ciudadanos (incluyendo a las de otras élites) acerca de la inmigración (van Dijk, 1993; Woodak & van Dijk, 2000). En ese caso, no necesitan realizar muchos intentos de persuasión cada vez que inmigrantes quieran entrar al país. La manipulación se dirigirá a la formación o modificación de representaciones sociales compartidas más generales –tales como actitudes e ideologías– acerca de temas sociales importantes. Por ejemplo, los gobiernos lo pueden hacer en temas como la inmigración, asociándola con (temores de) el aumento de la delincuencia, como lo hizo el ex Primer Ministro Aznar –y otros líderes europeos– en la década pasada. 
Vemos que los procesos cognitivos de la manipulación suponen que la MLP no solo almacena experiencias personales subjetivamente interpretadas como modelos mentales, sino también creencias socialmente compartidas más generales, permanentes y estables, a veces denominadas ‘representaciones sociales’ (Augoustinos & Walter, 1995; Moscovici, 2001). Nuestro conocimiento sociocultural forma el núcleo de estas creencias y nos permite actuar, interactuar y comunicarnos significativamente con otros miembros de la misma cultura. Lo mismo sucede con muchas actitudes e ideologías sociales, compartidas con otros miembros del mismo grupo social, por ejemplo, pacifistas, socialistas, feministas, por una parte o racistas y machistas chauvinistas, por la otra (van Dijk, 1999). Estas representaciones sociales se adquieren gradualmente a lo largo de la vida, y si bien pueden cambiar, normalmente no cambian de un día para otro. También influyen en la formación y activación de los modelos mentales personales de los miembros del grupo. Por ejemplo, un pacifista interpretará un evento como el ataque de Estados Unidos a Irak, o noticias acerca de eso, de manera distinta a como lo hará un militarista, y por ello desde un modelo mental diferente de tal evento o secuencia de eventos.

Hemos supuesto que los modelos mentales, por una parte, incorporan la historia personal, las experiencias y opiniones de las personas individuales pero que, por otra parte, también representan una instanciación específica de creencias socialmente compartidas. La mayor parte de la interacción y el discurso es, en consecuencia, producido y comprendido en términos de modelos mentales que combinan creencias personales y sociales –en tal forma que explican tanto la univocidad de la comprensión y la producción del discurso como la similitud de nuestra comprensión del mismo texto. A pesar de las restricciones generales de las representaciones sociales sobre la formación de los modelos mentales y, en consecuencia, sobre la producción y comprensión de los discursos, no hay dos miembros del mismo grupo social, clase o institución, ni aunque estén en la misma situación comunicativa, que producirán el mismo discurso o interpretarán un discurso dado en la misma forma. En otras palabras, los modelos mentales de hechos o situaciones comunicativas (modelos contextuales) son la interfaz necesaria entre lo social, lo compartido y lo general, por una parte, y lo personal, lo único y lo específico en el discurso y la comunicación, por otra.

Mientras que la manipulación puede concretamente afectar la formación o el cambio de modelos mentales personales, únicos, los objetivos generales de los discursos manipulativos son el control de las representaciones sociales compartidas por grupos de personas, debido a que estas creencias sociales, a su vez, controlan lo que la gente hace y dice en muchas situaciones y por un tiempo relativamente largo. Una vez que la actitud de la gente está influenciada, por ejemplo, en relación al terrorismo, pocos son los intentos manipulativos necesarios para que se actúe en consecuencia, por ejemplo, votar a favor de políticas antiterroristas.

No es sorprendente entonces que, dada la importancia vital de las representaciones sociales para la interacción y el discurso, la manipulación se centre en la cognición social, y, por tanto, en grupos de personas más que en personas individuales y sus modelos personales únicos. También en este sentido la manipulación es una práctica discursiva que involucra tanto dimensiones cognitivas como sociales. Por ello, deberíamos prestar especial atención a esas estrategias discursivas que, típicamente, influyen en las creencias socialmente compartidas.

Una de estas estrategias es la generalización, que consiste en que un ejemplo concreto específico que ha impactado los modelos mentales de la gente se generaliza a conocimiento y actitudes o, incluso, a ideologías fundamentales. El más notable de los ejemplos recientes es la manipulación de los Estados Unidos a la opinión mundial acerca del terrorismo después del 11 de septiembre en el cual modelos mentales muy fuertes y pertinaces de ciudadanos acerca de estos hechos, se generalizan a temores, actitudes e ideologías más generales acerca del terrorismo y temas relacionados. Este es también un ejemplo genuino de manipulación masiva, porque las representaciones sociales resultantes no favorecen el interés de los ciudadanos cuando estas actitudes están siendo manipuladas con el fin de aumentar dramáticamente el gasto militar, legitimar la intervención militar y legislar severas restricciones a la libertad y los derechos civiles (tal como el Acto Patriótico). La manipulación en este caso es un abuso de poder porque los ciudadanos son manipulados para que crean que estas medidas son tomadas para defenderlos (de los muchos libros acerca de la manipulación de la opinión pública después de los ataques del 11 de septiembre en Estados Unidos, véase, por ejemplo, Ahmed, 2005; Chomsky, 2004; Greenberg, 2002; Halliday, 2002; Palmer, 2003; Sidel, 2004; Zizek, 2002).

Este notable ejemplo de manipulación nacional e internacional por parte del gobierno de los Estados Unidos, en parte apoyada y llevada a cabo por los medios masivos de comunicación, también muestra algunos de los mecanismos cognitivos de la manipulación. Así, primero se usa un suceso muy emocional con un fuerte impacto en los modelos mentales de la gente con el fin de influir en estos modelos según la preferencia –por ejemplo en términos de una fuerte polarización entre Nosotros (buenos e inocentes) y Ellos (malos y culpables) –. En segundo lugar, mediante repetidos mensajes y la explotación de sucesos relacionados (por ejemplo otros ataques terroristas). Este modelo preferido se puede generalizar a representaciones sociales más estables y complejas acerca de los ataques terroristas o incluso a una ideología anti-terroristas. Es importante, en estos casos, que los intereses y beneficios de quienes tienen el control de la manipulación se oculten, oscurezcan o nieguen, mientras que los beneficios de ‘todos nosotros’, de ‘la nación’, etc. se enfaticen, por ejemplo, en términos de un aumento del sentimiento de seguridad. Que por las acciones antiterroristas e intervención militar las corporaciones comerciales y militares que fabrican armas y equipamiento de seguridad puedan profitar más, o que se pueda promover mayores actos de terrorismo y, por lo tanto, la seguridad de los ciudadanos pueda peligrar más, obviamente no son parte de las actitudes preferidas que persigue esta manipulación. En consecuencia, una condición cognitiva para la manipulación es que a los receptores (personas, grupos, etc.) se les haga creer que algunas acciones o políticas van a favorecer sus propios intereses, cuando, de hecho, favorecen los intereses de los manipuladores y sus asociados.

Los ejemplos de la inmigración, la violencia política e ideologías antiterroristas, involucran fuertes opiniones, actitudes e ideologías y son casos ejemplares de manipulación de toda la población por parte de los medios y el gobierno. Sin embargo, la manipulación de la cognición social puede también incluir las bases mismas de toda la cognición social: el conocimiento general compartido socioculturalmente. De hecho, una de las mejores formas de detectar y resistir intentos de manipulación es el conocimiento específico (por ejemplo acerca de los actuales intereses de los manipuladores) así como conocimiento general (por ejemplo acerca de las estrategias para mantener el presupuesto militar elevado). Será, pues, de interés de los grupos dominantes asegurarse que no se adquiera un conocimiento general relevante y potencialmente crítico o que solo se adquiera conocimiento parcial, mal dirigido o prejuiciado.

Un ejemplo bien conocido de esta última estrategia fue la afirmación con la que el gobierno de Estados Unidos y sus aliados legitimaron el ataque a Irak en 2003: “conocimiento” acerca de armas de destrucción masiva, conocimiento que luego resultó falso. Se oculta información que puede llevar a conocimientos que se podrían usar para resistir la manipulación, por ejemplo, acerca de los costos reales de la guerra, el número de muertos, la naturaleza del “daño colateral” (civiles muertos en bombardeos masivos y otras acciones militares), etc. característicamente es ocultado, limitado o de alguna manera hecho aparecer menos riesgoso y, por ello, discursivamente desenfatizado, mediante eufemismos, expresiones vagas, implícitos, etc.

La manipulación puede afectar las representaciones sociales de muchas maneras, tanto en su contenido como en su estructura. Aunque por ahora sabemos muy poco acerca de la organización interna de las representaciones sociales, es muy posible que incluyan categorías esquemáticas de los participantes y sus propiedades, así como las típicas (inter)acciones que (se cree) realizan, cómo, cuándo y dónde. Así, las actitudes hacia los ataques terroristas pueden incluir una estructura tipo guión, con los terroristas como actores principales, asociados con un número de atributos prototípicos (crueles, radicales, fundamentalistas, etc.) que usan medios violentos (por ejemplo bombas) para matar a inocentes civiles como sus víctimas, etc. Estas actitudes son adquiridas gradualmente por generalización y abstracción en este caso de modelos mentales formados a partir de noticias, declaraciones gubernamentales, así como de películas, entre otros discursos. Es importante que se hable o escriba acerca de ‘nuestras’ formas de violencia política, como las intervenciones militares o las acciones policiales, de tal modo que no den origen a modelos mentales que se puedan generalizar como ataques terroristas, sino como legítimas formas de resistencia (armada) o castigo. Y viceversa, los ataques terroristas deben ser representados en tal forma que no se puedan legitimar en ningún modelo mental o actitud. La idea misma de ‘terrorismo de estado’ es por ello controversial y usada principalmente por disidentes, haciendo, por lo demás, difusa la distinción entre acciones terroristas ilegítimas y acciones militares o gubernamentales legítimas (Gareau, 2004). Los principales medios de comunicación, consecuentemente evitan describir la violencia de estado en términos de ‘terrorismo’.

Finalmente, la manipulación de la cognición social puede afectar incluso las normas y valores usados para evaluar los sucesos y las personas y condenar o legitimar acciones. Por ejemplo, en la manipulación de opiniones globales mundiales, quienes abogan por ideologías neoliberales de mercado, típicamente, enfatizarán y tratarán que se adopte el valor primario de ‘libertad’, un valor muy positivo, pero en ese caso, específicamente interpretado como libertad de empresa, la libertad del mercado, o estar liberado de la interferencia del gobierno en el mercado. En el caso de las acciones y amenazas, el discurso antiterrorista celebra el valor de la seguridad, asignándole una prioridad más elevada que, por ejemplo, al valor de los derechos civiles o de la equidad (Doherty & McClintock, 2002).

Vemos cómo la dimensión cognitiva de la manipulación implica los procesos de comprensión estratégica que afectan el procesamiento en la MCP, la formación de modelos mentales preferidos en la memoria episódica y, por último y más fundamentalmente, la formación o cambios de las representaciones sociales, tales como conocimientos, actitudes, ideologías, normas y valores. Los grupos de personas que de este modo adoptan las representaciones sociales preferidas por los grupos o instituciones dominantes, prácticamente no necesitan más manipulación: tenderán a creer y actuar de acuerdo a estas manipuladas cogniciones sociales porque las han hecho propias. Así, tal como lo hemos visto, las ideologías racistas o xenofóbicas manipuladas por las élites servirán como base permanente de discriminación –como culpar a las víctimas– de los inmigrantes: una estrategia muy efectiva para dirigir la atención crítica lejos de las políticas del gobierno o de otras élites (van Dijk, 1993).
Discurso

La manipulación, tal como es definida aquí, se realiza mediante el discurso, en sentido amplio, es decir, incluyendo características no verbales, como gestos corporales y faciales, diseño de la impresión, cuadros, música, sonido, etc. Obsérvese que aun cuando las estructuras del discurso en sí no son manipulativas, solo tienen esa función o efecto en situaciones comunicativas específicas y según cómo son interpretadas por los participantes en sus modelos contextuales. Por ejemplo, tal como se estipuló anteriormente, la manipulación es una práctica social de abuso de poder que involucra grupos dominantes y grupos dominados, o instituciones y sus clientes. Esto significa que, en principio, un ‘mismo’ discurso (o fragmento de discurso) en una situación comunicativa puede ser manipulativo y no serlo en otra situación. Es decir, el significado ma
nipulativo (o evaluación crítica) del texto oral o escrito depende de los modelos contextuales de los receptores –incluyendo sus modelos de los hablantes o escritores y las intenciones que se les atribuye. También hemos visto que el discurso manipulativo ocurre típicamente en la comunicación pública controlada por élites corporativas, académicas, mediáticas, burocráticas o política dominante. Esto también significa restricciones contextuales, a saber, sobre los participantes, sus roles, sus relaciones y sus acciones y cogniciones típicas (conocimientos, metas). En otras palabras, el discurso se define como manipulativo, en primer lugar, en términos de los modelos contextuales de los participantes.

Y, sin embargo, aunque las estructuras discursivas per se no son necesariamente manipulativas, algunas de ellas pueden ser más eficientes que otras en el proceso de influir en las mentes de los receptores a favor de sus propios intereses. Por ejemplo, tal como ya se sugirió, los titulares se usan típicamente para expresar los tópicos y señalar la información más importante de un texto y, por ello, se pueden utilizar para asignarle peso (extra) a hechos que en sí no serían tan importantes. Y viceversa, discursos acerca de hechos o estados de cosas que son muy relevantes para los ciudadanos o clientes pueden no incluirse en los titulares si enfatizan las características negativas de grupos o instituciones dominantes. Es decir, la prensa nunca publica narraciones acerca del racismo ni mucho menos enfatiza esta información mediante grandes titulares en primera página (van Dijk, 1991).
La estrategia general de una auto-presentación positiva y una presentación negativa de los otros es muy típica en esta descripción sesgada de los hechos a favor de los intereses propios, mientras que se culpa de los hechos y situaciones negativas a los oponentes o los Otros (inmigrantes, terroristas, juventud, etc.). Esta estrategia, como se acostumbra a hacer, se puede aplicar a las estructuras de muchos niveles del discurso (para ejemplos y detalles, véase, por ejemplo van Dijk, 2003):
Estrategias generales de interacción - Auto-presentación positiva
- Presentación negativa de los otros
Macroactos de habla que implican Nuestras ‘buenas’ obras y Sus ‘malos’ actos, por ejemplo, acusación, defensa.
Macroestructuras semánticas: selección de tópico
- (Des)enfatizar los tópicos negativos/positivos acerca de Ellos/Nosotros.
Actos de habla locales que implementan y apoyan los globales, esto es, afirmaciones que prueban las acusaciones
Significados locales Nuestras/Sus acciones positivas/negativas
- Dar muchos/pocos detalles
- Ser general/específico 
- Ser vago/específico
- Ser explícito/implícito
- Etc.
Lexicón: selección de palabras positivas para Nosotros y negativas para Ellos
Sintaxis local
- Oraciones activas vs. pasivas, nominalizaciones: (Des)enfatiza Nuestra/Su agentivización y responsabilidad positiva/negativa
Figuras retóricas
- Hipérboles vs. eufemismos para significados positivos/negativos 
- Metonimias y metáforas que enfatizan nuestras/sus propiedades positivas/negativas
Expresiones: sonoras y visuales - Enfatizar (fuerte, etc.; grande, negritas, etc.) significados positivos/negativos
- Ordenar (al inicio, al final; arriba, abajo, etc.) significados positivos/negativos
Estas estrategias y movidas en diversos niveles del discurso difícilmente son sorprendentes, porque implementan el cuadrado ideológico usual de la polarización de grupos discursivos des/enfatizar buenas/malas cosas nuestras/de ellos que uno encuentra en todos los discursos ideológicos (van Dijk, 1999). Dado que la manipulación socio-política, como la hemos discutido aquí también implica dominación (abuso de poder), es muy posible que tal manipulación también sea ideológica. Así pues, los discursos manipulativos que siguieron a los ataques terroristas del 11 de septiembre y de marzo en Nueva York y Madrid, respectivamente, estaban plagados de ideologías racistas, anti-árabe, anti-Islam, antiterrorista, nacionalista; enfatizando la naturaleza malvada de los terroristas y la libertad y principios democráticos de las naciones ‘civilizadas’. Por ello, si Bush y sus partidarios quieren manipular a los políticos y/o a los ciudadanos de Estados Unidos de Norteamérica para que acepten ir a la guerra contra Irak, se comprometan en una serie de acciones a nivel mundial en contra de los terroristas y sus protectores (comenzando con Afganistán), y adopten una ley que limita seriamente los derechos civiles de los ciudadanos, entonces ese discurso será masivamente ideológico. Es decir, lo hacen, enfatizando ‘Nuestros’ valores fundamentales (libertad, democracia, etc.) que contrastan con los ‘malos’ valores atribuidos a los ‘Otros’. Así consiguieron hacer creer a los ciudadanos, traumatizados por el ataque a las Torres Gemelas, que el país estaba bajo ataque y que solo una ‘guerra contra el terrorismo’ podía evitar una catástrofe. Y los que no acepten este argumento pueden ser acusados de ser poco patriotas.

Análisis mucho más detallados de estos discursos han mostrado que son fundamentalmente ideológicos de esta forma, y es posible que las manipulaciones socio-políticas siempre involucren ideologías, actitudes ideológicas y estructuras discursivas ideológicas (véase el número especial doble en Discourse & Society 15(3-4), 2004, acerca de los discursos del 11 de septiembre editado por Jim Martin y John Edwards). Si muchos líderes de Europa Occidental, incluyendo al ex Pri
mer Ministro Aznar y más recientemente también a Tony Blair, quieren limitar la inmigración para aumentar el apoyo de los votantes, entonces estas políticas y discursos manipulativos son también muy ideológicos, implicando los sentimientos nacionalistas, la polarización Nosotros/Ellos y una representación sistemáticamente negativa de los Otros en términos de valores, características y acciones negativos (delincuencia, entrada ilegal, violencia, etc.).

Aunque la manipulación socio-política es generalmente ideológica y los discursos manipulativos presentan los patrones de polarización ideológica en todos los niveles de análisis, las estructuras discursivas y las estrategias de manipulación no pueden reducirse simplemente a los de cualquier discurso ideológico. De hecho, podemos tener discursos socio-políticos que no son manipulativos, como los debates parlamentarios persuasivos o una discusión en un periódico o en la televisión. En otras palabras, dado nuestro análisis del contexto socio-cognitivo del discurso manipulativo, necesitamos examinar las restricciones específicas formuladas anteriormente, como la posición dominante del manipulador y la falta de conocimiento relevante de los receptores.

Tal como se sugirió anteriormente, no es probable que existan estrategias discursivas que solo sean usadas en la manipulación. El lenguaje es raramente tan específico (se usan en muchas situaciones diferentes y por gente muy diferente, de diferentes convicciones ideológicas). Esto quiere decir que, las mismas estructuras discursivas se usan en la persuasión, la información, la educación y otras formas legítimas de comunicación. Sin embargo, dada una situación social específica, puede haber estrategias específicas preferentes en la manipulación, esto es, prototipos manipulativos. Por ejemplo, tipos específicos de falacias se pueden usar para persuadir a la gente para que crean o hagan algo, por ejemplo, aquellas que son difíciles de resistir, como la falacia de la autoridad que consiste en dirigirse a los devotos católicos con el argumento de que también el Papa cree o recomienda tal acción, o dirigirse a los musulmanes señalando que tal cosa también es recomendada por el Corán.

Así, introducimos el criterio contextual de que los receptores de la manipulación –como una forma de abuso de poder– pueden ser definidos como víctimas, y esto significa que deben de algún modo ser caracterizadas como carentes de los recursos fundamentales para resistir, detectar o evitar la manipulación. Fundamentalmente, esto puede implicar:
a)
Ausencia o insuficiente conocimiento relevante –de modo que no se pueden formular contra-argumentaciones frente a aseveraciones falsas, incompletas o prejuiciadas–.
b)Normas, valores e ideologías fundamentales que no se pueden negar o ignorar.
c)Emociones fuertes, traumas, etc., que hace vulnerable a la gente.
d)Posiciones sociales, profesiones, estatus, etc., que inducen a la gente a tender a aceptar los discursos, argumentos, etc., de personas, grupos u organizaciones de élite.
Estas son condiciones típicas de la situación social, emocional y cognitiva del evento comunicativo y también se incorporan, en parte, de los modelos contextuales de los participantes, es decir, controlan sus interacciones y discursos. Por ejemplo, si los receptores del discurso manipulativo sienten miedo de un hablante, esto se representará en sus modelos contextuales, y lo mismo es válido para sus posiciones relativas y la relación de poder entre ellos y el hablante. Y a la inversa, para que la manipulación sea exitosa, los hablantes tienen que tener un modelo mental de los receptores y su (falta de) conocimiento, sus ideologías, emociones, experiencias anteriores, etc.

Obviamente, no es necesario que todos los receptores tengan las propiedades ideales del blanco de la manipulación. Puede ser suficiente que un grupo grande o mayoritario tenga tales propiedades. Por eso, en la mayoría de las situaciones reales habrá gente escéptica, cínica, incrédula o disidente que serán impermeables a la manipulación, pero mientras estas no dominen los medios de comunicación de circulación principal, o las élites institucionales u organizacionales, el problema de los contra-discursos son menos serios para los manipuladores.
Reiteramos, que el ejemplo reciente más típico ha sido la guerra contra Irak, dirigida por Estados Unidos, en la que la mayoría de los principales medios de comunicación apoyaron al Gobierno y al Congreso, y las voces críticas fueron efectivamente marginadas. En cuanto estas voces se hacen más poderosas y más difundidas, como sucedió con la guerra contra Vietnam, la manipulación funciona en forma menos eficiente y finalmente puede llegar a ser inútil, porque los ciudadanos tienen suficiente contra-información y contra-argumentos como para resistir el discurso manipulativo. De hecho, como fue el caso después del ataque terrorista con bombas en Madrid, los ciudadanos pueden resentir tanto la manipulación que se vuelvan en contra del manipulador y voten para sacarlos de sus cargos.

Dadas estas restricciones contextuales, podemos centrarnos en aquellas estructuras discursivas que, presuponen tales restricciones:
a)
Enfatizan la posición, el poder, la autoridad o superioridad moral del hablante o sus fuentes –y, de ser relevante, la posición inferior, la falta de conocimientos de los receptores, etc. –.
b)Enfocan las (nuevas) creencias que el manipulador quiere que el receptor acepte como conocimiento, así como en los argumentos, pruebas, etc., que hacen que esas creencias sean más aceptables.
c)Desacreditan fuentes o creencias alternativas (disidentes).
d)Apelan a las ideologías, actitudes y emociones relevantes de los receptores.
En resumen, y en términos muy informales, la estrategia general del discurso manipulativo consiste en enfocar discursivamente aquellas características sociales y cognitivas de los receptores que los hacen más vulnerables, menos resistentes, a la manipulación, que los hacen crédulos y víctimas dispuestas a aceptar creencias y hacer cosas que normalmente no harían. Es aquí donde juega un papel la condición esencial de dominación e desigualdad.

Tal como se formuló anteriormente, estas estrategias del discurso manipulativo parecen ser mayoritariamente semánticas, en otras palabras, focalizan el contenido del texto o del enunciado. Sin embargo, como es el caso en la implementación de las ideologías, estos significados preferentes pueden enfatizarse o desenfatizarse de la manera corriente, como se explicó anteriormente: al (des)topicalizar los significados, mediante actos de habla específicos, significados locales, más o menos precisos o específicos, manipulando la información explícita vs. implícita, la lexicalización, las metáforas y otras figuras retóricas, así como, mediante la expresión y realización específicas (entonación, volumen, rapidez; disposición, tipo de letra, fotos, etc.). Por tanto, la poderosa posición del hablante puede enfatizarse mediante un contexto muy formal, la vestidura, el tono de voz, la selección léxica, etc., como un discurso oficial del presidente dirigiéndose a la nación o al Congreso. La confiabilidad de las fuentes puede destacarse aún más, mencionando fuentes de autoridad, mediante el uso de fotos, etc., como también fue el caso para demostrar la presencia de armas de destrucción masiva en Irak. Se pueden activar y apelar a las emociones mediante palabras emotivas especiales, retórica dramática (hipérboles, etc.) fotografías, etc. Un oponente o disidente puede ser desacreditado mediante la muestra usual de la polarización Nosotros/ Ellos, mencionada anteriormente. Cada uno de estos rasgos discursivos de manipulación debe ser examinado más detalladamente para ver cómo se formulan, cómo funcionan en el texto y en el enunciado y cómo logran sus funciones y sus efectos. 



Fuente:
van Dijk, Teun. (2006). Discurso y manipulación: Discusión teórica y algunas aplicaciones. Revista signos39(60), 49-74. Recuperado en 21 de mayo de 2014, de http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-09342006000100003&lng=es&tlng=es. 10.4067/S0718-09342006000100003.
http://ref.scielo.org/4pfckz