Todo formaba parte de esos falsos límites que tus misma inventaste para salir del paso, para tenerlo ilusionado esperando ese instante, para que no fuese insistente, para que te dejara hablar con tus vecinas, para que estuviese tranquilo, para que no llorase...
No pensaste en el futuro, en como iba a afectarle esa espera, esa desilusión, que sin ninguna mala intención le transmitías con tus decisiones y que poco a poco calaban y le enseñaban a no confiar, a no esperar nada de nadie.
Si amas a tu hijo le pondrás límites, fomentaras en él la confianza, hablaras con él y también escucharas y sobretodo lo respetaras así como también pedirás respeto. Todo ello pertenece a una bonita forma de amar a tu hijo, aunque en ocasiones te costará, dudaras de tus decisiones, te desconcertaran sus acciones y no siempre estarás de acuerdo con él. Pero si te mantienes constante, siempre rodeada de amor, optimista y positiva frente a las dificultades sin dejarte vencer por el pesimismo, o los miedos, alcanzaras una plena satisfacción: la de dar y recibir el amor de tu hijo.
Fuente: Ana Balanzá