Dias de lluvia
Una vez en un taller que realizaba para un grupo de mujeres de
encuentro y crecimiento personal, se planteó una duda sobre el comportamiento
humano frente a los problemas. La mayoría afirmaba que si tienes un
problema debes estar orientada a resolverlo hasta conseguirlo, ya que si no puede terminar reconcomiéndote. El debate surgió
cuando una de las asistentes preguntó- ¿Y si ello no tiene solución?, ¿Que
hacemos entonces?
En ese momento hubo un largo silencio y después de unas miradas y unas risas se
me ocurrió contarlo así:
Cuando surge un problema, algo que nos inquieta o nos incomoda. Lo
primero es analizarlo y buscar una solución para eso que nos causa malestar o inquietud. Si tras meditarlo vemos que no tiene solución, o que la solución es a muy largo plazo, que es un acto o situación que no depende de nosotras,
que no está en nuestras manos poder solucionar, lo mejor es observarlo como si
se tratara de un día de lluvia.
Es decir, cuando tienes planeado hacer algo que te apetece mucho, te levantas de la cama con ganas e ilusión, miras por la ventana y con toda la decepción del mundo ves que vas a tener que cancelar tus planes. Por mucho que te pese y por muy decepcionada que estés.
Al principio sentirás que todo es
negativo y que no entiendes como te pasa a ti eso. A ti que llevas planeándolo tres
meses, ese encuentro, con todos los detalles y ganas que le habías puesto… Sentirás
decepción, impotencia e incluso rábia. Estas decaída y te sientes abatida. Estas
afrontando el hecho que tus planes no van a salir como tu querías. En esta fase
pueden pasar varias cosa: Que te quedes en casa lamentándote de tu mala suerte,
con un pensamiento en bucle que te hará estar enfadada y frustrada durante todo el día o dias. Que
pospongas la salida para otro día, adaptándote a la nueva situación. Que la
modifiques para hoy, buscando soluciones alternativas y adaptadas a la nueva
situación.
Todas las alternativas son válidas y nos harán cambiar el rumbo de
lo que teníamos previsto, pero en ocasiones, las cosas no suceden como queríamos
o deseábamos y tendríamos, para vivir con mayor tranquilidad, adaptarnos a los “días
de lluvia”, es decir, a que las cosas no suceden como habíamos previsto ni en
el orden en que las habíamos pensado.
Visto así, todas en el grupo, fuimos pensando que podemos
adoptar una mentalidad plástica y cambiar el rumbo de nuestras emociones
negativas. Aquellas que se producen cuando algo no sale bien, cuando algo no es
como esperábamos, o existen dificultades en nuestro día a día.
Se trata de afrontar, adaptarse y seguir, sin sentir remordimiento
o culpa, más bien pensando que lo decidimos es lo mejor y por ende lo correcto, almenos para nosatras mismas y aunque quedarse lamentando es una opción, creo que no es la que nos situa en un plano adaptado ni inteligente.
Todas nos fuimos de aquella sesión intentando adaptarnos a este
mundo cambiante y no exento de dificultades y decisiones. Pero quizás con una mirada esperanzadora y con
la certeza que la decisión final siempre está en nuestras manos.
En sesiones posteriores todas comentamos soluciones alternativas a la inmobilidad y nos retroalimentamos en la busqueda del bienestar personal y al mismo tiempo colectivo.