lunes, 21 de febrero de 2022

Dias de lluvia 



Autor: pixabay.com

Una vez en un taller que realizaba para un grupo de mujeres de encuentro y crecimiento personal, se planteó una duda sobre el comportamiento humano frente a los problemas. La mayoría afirmaba que si tienes un problema  debes estar orientada a resolverlo hasta conseguirlo, ya que si no puede terminar reconcomiéndote. El debate surgió cuando una de las asistentes preguntó- ¿Y si ello no tiene solución?, ¿Que hacemos entonces? 
En ese momento hubo un largo silencio y después de unas miradas y unas risas se me ocurrió contarlo así:

Cuando surge un problema, algo que nos inquieta o nos incomoda. Lo primero es analizarlo y  buscar una solución para eso que nos causa malestar o inquietud. Si tras meditarlo vemos que no tiene solución, o que la solución es a muy largo plazo, que es un acto o situación que no depende de nosotras, que no está en nuestras manos poder solucionar, lo mejor es observarlo como si se tratara de un día de lluvia.

Es decir, cuando tienes planeado hacer algo que te apetece mucho, te levantas de la cama con ganas e ilusión, miras por la ventana y con toda la decepción del mundo ves que vas a tener que cancelar tus planes. Por mucho que te pese y por muy decepcionada que estés. 

Al principio sentirás que todo es negativo y que no entiendes como te pasa a ti eso. A ti que llevas planeándolo tres meses, ese encuentro, con todos los detalles y ganas que le habías puesto… Sentirás decepción, impotencia e incluso rábia. Estas decaída y te sientes abatida. Estas afrontando el hecho que tus planes no van a salir como tu querías. En esta fase pueden pasar varias cosa: Que te quedes en casa lamentándote de tu mala suerte, con un pensamiento en bucle que te hará estar enfadada y frustrada durante todo el día o dias. Que pospongas la salida para otro día, adaptándote a la nueva situación. Que la modifiques para hoy, buscando soluciones alternativas y adaptadas a la nueva situación.

Todas las alternativas son válidas y nos harán cambiar el rumbo de lo que teníamos previsto, pero en ocasiones, las cosas no suceden como queríamos o deseábamos y tendríamos, para vivir con mayor tranquilidad, adaptarnos a los “días de lluvia”, es decir, a que las cosas no suceden como habíamos previsto ni en el orden en que las habíamos pensado.

Visto así, todas en el grupo,  fuimos pensando que podemos adoptar una mentalidad plástica y cambiar el rumbo de nuestras emociones negativas. Aquellas que se producen cuando algo no sale bien, cuando algo no es como esperábamos, o existen dificultades en nuestro día a día.

Se trata de afrontar, adaptarse y seguir, sin sentir remordimiento o culpa, más bien pensando que lo decidimos es lo mejor y por ende lo correcto, almenos para nosatras mismas y aunque quedarse lamentando es una opción, creo que no es la que nos situa en un plano adaptado ni inteligente.

Todas nos fuimos de aquella sesión intentando adaptarnos a este mundo cambiante y no exento de dificultades y decisiones.  Pero quizás con una mirada esperanzadora y con la certeza que la decisión final siempre está en nuestras manos.

En sesiones posteriores todas comentamos soluciones alternativas a la inmobilidad y nos retroalimentamos en la busqueda del bienestar personal y al mismo tiempo colectivo.


lunes, 23 de agosto de 2021

El gato y yo


Imagen: https://ar.pinterest.com/elbalopez36/gato-negro-dibujo/

Un día paseando, vi a un gato tumbado en la acera frente a un portal. ¿Estaba el gato tomado el sol?, ¿había el gato dejado su séptima vida en esa acera? El observar al gato tumbado, inmóvil, sin saber que es lo que le pasaba, me intrigó muchísimo, así que di un fuerte chasquido con los dedos para ver si reaccionaba y hacía algún movimiento. En silencio, después observé que ni una brizna de su pelo blanco se había movido. Pensé lo peor, seguramente le habría dado un golpe de calor, una caída fatídica des del balcón o un infarto, no sé, el gato parecía muerto, allí tendido sin más, en medio de la acera. Se me ocurrió antes de tocarlo dar un grito y una palmada para estar completamente segura que ya no pertenecía a este mundo. Que realmente el pobre gato había muerto. Tampoco obtuve ninguna respuesta del dichoso gato. Mi intriga se estaba transformando en una opinión fundamentada que verificaba, que lo que tenía frente a mi, era un difunto gato que se merecía una sepultura más digna que esa fría acera. Me convencí de que debía ocuparme del tema, ya que era yo la que lo había encontrado, así que me deshice el nudo de la chaquetilla que llevaba anudada a la cintura para poder envolver al felino y evitar un contacto directo, pues también cabía la posibilidad que hubiese muerto por alguna enfermedad infecciosa. De ese modo me decidí a cogerlo. Me acerqué para tirarle la manda mortuoria por encima y cuando le rozó su pelo escabechado, dio un brinco y salió corriendo como alma que lleva el diablo. El corazón se me iba a salir del pecho, tuve que poner las manos sobre él para calmar la ansiedad y temor que sentí. Mis ojos se quedaron abiertos como platos mirando la vigorosidad con la que el presunto cadáver había salido de su estado catatónico para causarme casi un infarto. El gato merdoso casi me convierte a mí en la difunta. ¡Vaya susto me causo!


Más tarde, indagando sobre el tema, una vecina me informó que el gato venía a comer algunas sobras, frente a su portal cada mañana y después se tumbaba a tomar el sol. También me dijo que era una gata y no un gato y que hacía un año la habían atropellado y dejado sorda. Me explicó que no entendía como todavía seguía viva la pobre...

Ya ves, lo equivocada que se puede estar al observar, juzgar y formarse opiniones en temas que no conoces...

¡Aquí lo dejo!


jueves, 3 de septiembre de 2020

Yo te esperare





Cuando se perdien las palabras, solo quedan los gestos. Cuando decidimos apartarnos del camino de alguien, solo queda esperar a que nos eche en falta, ya que nuestro última intención és molestar.

Cuando envejecemos tomamos a la paciencia por pareja y aprendemos a esperar, pero cada día, cada momento, cada instante, és un tiempo perdido, un tiempo que se va y ya no vuelve, así que cada acto de soberbia que recibimos por orgullo que no nos acerca, al contrario, nos aleja, nos entristece y nos rompe por dentro. Pero aun asi, seguimos esperando ese gesto de humildad, esa palabra, ese beso que de alguna forma lo cambiaria todo.

Dejamos tiempo para recapacitar, tiempo para madurar, tiempo para pensar. Aun sabiendo que ese tiempo se evapora para no volver y arriesgandonos a que ese deseo no se de,  a que el mismo tiempo nos borre de los pensamientos y dejemos de existir. Así que después de esperar y esperar solo nos queda pensar que ojala no sea tarde para volvernos a abrazar, ya que nuestro tiempo es finito. I la opcion de no esperar, señores, es la última de las opciones cuando hablamos del corazón, aunque estemos equivocados y lo sepamos la esperanza nos obliga a esperar para bien o para mal.

jueves, 4 de junio de 2020

Las miradas



Todavía creo que nuestro mejor diálogo ha sido el de las miradas ...

Nos robaron las sonrisas, las expresiones faciales. Ahora solo podemos mirar a los ojos de las personas e imaginar que expresan, que nos quieren decir con ellas. Entramos en un proceso de observación, donde perdimos una parte importante de la comunicación no verbal. perdimos la expresión global de la cara y la sustituimos por una mascarilla que nos empaña la emoción de lo que pretendemos decir o expresar a los demás.

Hoy en día se puede pasear por la calle e ir hablando solo, se puede mascar chicle con la boca abierta, se puede tirar besos, se puede sacar la lengua, se puede caer la baba, incluso se puede ir mordiéndose los labios. Todo queda camuflado tras el disfraz. 

Hemos perdido la expresión facial y con ella una parte que es la expresión emocional, ya que nos cuesta identificar el estado de la persona que tenemos enfrente, en la cola del supermercado, en la entrada a una tienda, en el cruce de miradas callejeras, etc. Es decir, si está triste, si está sonriendo o esta con morros. Ahora solo podemos ver los ojos y aunque dicen que los ojos son la expresión del alma, quizás hemos dejado de ver el reflejo de su significado.

sábado, 16 de mayo de 2020

Adaptación al medio

¿Nos cuesta adaptarnos?


Es curioso que la mayoría de las personas, por no decir todas, cuando se acerca el cambio de estación, por ejemplo, de la primavera a verano, guardamos la ropa más gruesa y de abrigo y ocupamos los cajones del armario con ropa mas fresca y vaporosa, para los días de mas calor. Es un trabajo que no nos cuesta ningún esfuerzo hacerlo e incluso nos ayuda a mantenernos al día de las tendencia de la moda. 
Nos obliga a deshacernos de aquello que se nos ha quedado anticuado, grande o pequeño y en ese momento hacemos una revisión de como estamos físicamente a comparación del año anterior. También nos ayuda a hacer una previsión de las compras que haremos durante esa temporada.



Pues bien, una cosa tan simple y tan práctica como es hacer el cambio de ropa según la temporada del año, supone una invitación a una adaptación al medio que hacemos sin ninguna dificultad. Lo tenemos archivado como una necesidad de cambio en correlación a las necesidades de temperatura. Es decir sentimos que el calor se acerca y nos adaptamos. Así de sencillo.


Sería deseable poder adaptarnos así de fácil a todas las sensaciones que nos produce el medio y tener las herramientas para cambiarlo, sin ni siquiera pensar en ello como una búsqueda de soluciones. Intentaré explicarlo con ejemplos: si tenemos sed, bebemos agua, si tenemos calor, nos desabrigamos, si tenemos hambre, comemos. Todo ello, son sensaciones físicas que nos dan pistas de lo que el cuerpo nos pide, de lo que el cuerpo expresa como por ejemplo cuando nos suenan las tripas por hambre, nos queda la boca seca por sed o sudamos por calor. Tenemos una representación física del cuerpo que nos empuja a tomar decisiones para poder saciar las necesidades expresadas. 

Ahora bien, ¿qué ocurre cuando la expresión de esas necesidades no es visible? quiero decir, ¿que ocurre si solo nosotros podemos notarlas? Por ejemplo como  ocurre con la ansiedad o con el estrés. Está demostrado científicamente que existen una substancias en nuestro cerebro que se modifican según la emoción que sintamos y tienen mucho a ver con las que ya conocemos, la dopamina, la noradrenalina, el cortisol.... Podemos considerar que la segregación de una substancia y no de otra cambia nuestro estado y capacidad de afrontación e interacción con el medio. Así ocurre cuando sentimos miedo a ser juzgados por terceros, estamos potenciando una emoción, el miedo que es creada por la percepción de que nos están juzgando y eso nos aterra ya que nosotros mismos no nos consideramos válidos. Esa interacción con el medio y esa falta de capacidad de afrontación, nos produce entre otros ansiedad y frustración, así que las substancias que segrega nuestro cerebro podemos considerarlas acciones fisiológicas que nos producen manifestaciones físicas, el cuerpo nos envía unas señales que hacen que nos pongamos en plan de alerta, sudoración en las manos, tartamudeo, retraimiento, temblores... pero bien al contrario a las anteriores, estas no somos capaces de resolver con tanta eficacia. Es un acto innato y de pura supervivencia atender a las cuestiones mas físicas como la sed, el hambre, el calor o el frío. Pero atender a las cuestiones psicológicas de alguna manera también tendría que considerarse de supervivencia ya que muchas de ellas entrañan dificultades que pueden empujarnos  a acabar con nuestra vida, así seria el caso de una persona que sufriendo una depresión grave llegó hasta el suicidio, terminando con su vida.

https://bloghogar.com/
Modificada: Ana Balanzá

Quizás la clave sería incorporar una educación basada en el conocimiento del propio ser, de la propia persona, de lo que ocurre por dentro y se manifiesta por fuera mas allá de las necesidades básicas de supervivencia. Quizás nos daríamos cuenta que las personas podemos adquirir habilidades para aprender a  gestionar el estrés o la frustración de una forma mas eficaz para nosotros mismos y los que nos rodean. Quizás no deberíamos esperar a que estrés se convierta en nocivo o el miedo en una fobia o la tristeza en una depresión. 
Quizás podríamos preocuparnos para saber adaptarnos igual como lo hacemos al cambio de ropa, de una forma natural a los cambios del entorno y del medio. Quizás la educación debería formar a personas con la capacidad de adaptación mucho más amplia mediante el conocimiento del funcionamiento interno físico y por supuesto psicológico. 


Pero claro, todo ello se enmarca en una visión personal que lo que pretende, es la reflexión y al mismo tiempo generar ideas, fomentar la visión crítica constructiva de lo que es la educación de las personas en su vertiente mas amplia. Todo ello con un quizás y una esperanza de cambiar la visión que tenemos sobre nosotros mismos y sobre lo que nos rodea.


Ana Balanzá

Que bien se está en casa!

En estos tiempos de incertidumbre que nos ha tocando vivir, nos están alejando de lo que habiamos planificado al inicio del 2020, nuestros objetivos, nuestros planes, nuestras metas...etc. Así mismo, nos ha alejado de nuestros hábitos y rutinas, no solo en lo personal, si no también en lo social. Cosas tan sencillas como cruzarnos con alguien por la calle se han convertido en un hábito poco saludable y peligroso que se  transforma en miedo, miedo al contagio de algo que difícilmente podemos controlar. Aún así, persiste la necesidad de abrazos, caricias y reencuentros con los nuestros a los que echamos de menos cada día. Y es que somos una cultura de contacto, de vermut y cervezita, de abrazos y besos. Todos y todas estamos renunciando a mucho por salvaguardar nuestra propia vida y a de los demás y esto es un gesto que nos define y habla por nosotras mismas.

Desconozco totalmente si hemos tenido oportunidad de control sobre lo que esta pasando o no y llegados a este desconocimiento la verdad, es que tampoco pienso que sea determinante para poder encauzar nuestra vida, hacer cualquier otra cosa que no sea seguir las recomendaciones de los especialistas, los epidemiólogos me parece un salto al vacío sin paracaídas.

En nuestra vida anterior, quizás  algunos, estaban enfrentado batallas que ahora ven como lejanas, improductivas, con perdida de importancia. Es más, los problemas de antes los vemos ahora como simples dificultades.  Otros en estos momentos estarán tomando decisiones de cambio y habran aprovechado este tiempo de confinamiento para la reflexión y para enfocarse en los cambios que desean hacer cuando todo esto termine. 
Cuando tomamos decisiones, debemos analizar todo cuanto nos rodea, poner los pros y los contras en una balanza y hacerlo de una manera consciente y responsable, sin caer el utopías ni catastrofismos. Frente a este análisis nos situamos cara a cara con la difícil tarea de decidir, con la ansiedad que nos puede producir equivocarnos tomando malas decisiones y todo ello, se puede estancar en nuestro pensamiento llevándonos a anticipar situaciones aterradoras, que no harán otra cosa, que mermar nuestra salud haciéndonos enfermar.
La ansiedad anticipatoria, nos sitúa en un futuro incierto lleno de caos en el que todo es preocupante y oscuro. En el bucle ansioso, nos nos sentimos asfixiados en el extremo más estrecho y nos dejamos absorber por nuestros pensamientos más destructivos. Dicha ansiedad que anticipa  y predice la catástrofe futura, no nos deja ver ni el presente, ni el aquí y ahora. Así mismo, nos cierra la puerta a vislumbrar alguna luz, alguna señal positiva futura. Estamos intaurados en un autoengaño que nos comprime sin saber si ciertamente pasara lo que estamos prediciendo. 
Este pensamiento, hace que nos preocupemos en exceso y de forma irracional,  frente a las dificultades que vemos que se nos acercan y que no podemos combatir. Ello no nos ayudará. Pero si es cierto, que estar preocupado es legítimo y más en esta pandemia que estamos viviendo.

Siendo realista, después del confinamiento, habrá personas que se queden sin trabajo, negocios que verán su decapitación cercana, asociaciones sin subvenciones y una vez más, una profunda brecha entre la pobreza y la riqueza. 

Nos quejamos de estar en casa. Todos por norma general tenemos ganas de salir y recuperar nuestra libertad  pero, sin animo de ser catastrófica, vamos hacia una dificultad mucho mayor que  la de quedarse en casa, ella, no es mas que la antesala a la crisis social,  financiera y económica que se avecina. Debemos estar serenos, sin ansiedad,  preparados y no pecar de ingenuidad, ya que sabemos que a lo largo de la historia las pandemias han dejado una gran huella a su paso, o más bien dicho un profundo surco: lo primero la cantidad de muertes con las que se ha cebado y después la desolación y la decadencia de haber absorbido parte de la energía humana y la económica del país y de los estados. 

Con todo ello y sin ánimo de ser cruel, esta pandemia a la que de momento estamos sobreviviendo, no va a ser como un temporal de lluvia y viento, que también lo hemos pasado y casi olvidado, esa enfermedad que nos ataca con tanta dureza va a dejar una herida por cicatrizar que nos va a llevar tiempo y esfuerzo curar. Pensar que cuando termine el confinamiento todo va seguir donde lo dejamos, puede causarnos esperanzas, pero en el fondo, todos sabemos que no es cierto. Lo dejamos en un punto y cuando regresemos vamos a estar en otro, si en que podemos volver al punto, claro está. Como antes comentamos, las utopías pueden hacer tanto daño como el catastrofismo. Una posición realista y generando nuevos horizontes, en mi opinión, es la más adaptada a estos tiempos extraños. Ser realista a veces es ser cruel. Siempre he preferido la verdad y ¿tu?.

Por ello, cuando escucho la frase "ya queda menos", en vez de alegrarme me recorre un escalofrío por la espalda, por que si, queda menos para alejarnos del colapso hospitalario, para alejarnos de un contagio masivo, para salir a la calle. Pero también, para enfrentarnos a una nueva realidad que se esta dibujando y de la que nadie habla, la vuelta a la normalidad no va a ser  tan normal, no podemos volver a lo que ya no esta, no podemos volver a lo que ya no nos espera o donde ya no hay cabida para nosotros. La vuelta a la normalidad va ha estar repleta de retos, de modificaciones y de lucha, sobretodo para los mas vulnerables, los colectivos que mas sufren cuando todo falla.  

En una ocasión escuché que "la crisis agudiza el ingenio". Bien, pues anticipemonos a ello y vayamos innovando, ya que la que se avecina va a ser todo un reto humano. No para volver a lo de siempre, no para volver a reconstruir lo que de alguna manera nos ha destruido, sino que esta pandemia nos brinda la oportunidad de construirlo algo nuevo, de cambiar el presente y también el futuro  para no caer una y otra vez, en la creencia errónea de que la economía mueve el mundo. Somos tu y yo quienes lo movemos. No lo olvides  

martes, 23 de abril de 2019

Disciplina o sentido común



Disciplina o sentido común



En una ocasión me dijeron que los padres carecían de sentido común para educar a sus hijos. En ese momento pensé que quizás fuese cierta esa afirmación. Tras pensarlo concluí que el hecho de no saber aplicar algo no significa carecer de ello, simplemente entiendo que se tiene sentido común pero no se sabe aplicar. Esa es mi respuesta ante una manifestación que provino de una profesora de primaria que me hizo reflexionar y tomar nota que los profesores no siempre tienen la razón absoluta, es más, no se puede partir de una categorización absolutista como es, la de manifestar la carencia de sentido común en los todos los padres. 
Por ello más que la aplicación de la disciplina (entendida como castigo), creo en la aplicación del sentido común a la educación en general y la familiar en particular, ya que al fin y al cabo  nos mantiene a todos dentro de uno patrones de convivencia adaptados, o esa es la idea.

Disciplina con los adolescentes
Muchos padres de adolescentes se preguntan si deben imponer disciplina a sus hijos, la respuesta es sí. Aunque teniendo claro que disciplina no es lo mismo que castigo. Disciplina es imponer una serie de normas y límites que deben ser respetados.

Las normas son necesarias
Las normas son fundamentales en la vida, sin ellas la sociedad no podría existir. Y eso mismo ocurre en las familias. Cada familia establecerá sus normas ideales, las que necesitan para que todo funcione correctamente. Y esas normas afectan a los adolescentes como afectan al resto de la familia.

Aprender a ser responsable
Es cierto que cuando van creciendo, los adolescentes critican y cuestionan cada vez más las reglas impuestas, pero es necesario que sus padres les transmitan que la disciplina es una herramienta fundamental a la hora de madurar y convertirse en una persona responsable.

Consejos para establecer la convivencia
Existen una serie de consejos que pueden ayudar a los padres de los adolescentes a establecer y exigir que la disciplina se cumpla:
·         Implicar al adolescente en el establecimiento de esas normas. De esa manera le enseñaremos la importancia de la negociación, además el que haya participado en la elección de las reglas, hará que se sienta más determinado a cumplirlas
·         Ser un ejemplo. Los chicos repiten lo que ven, tanto en la infancia como en la adolescencia. Si los padres no cumplen con sus propias obligaciones no podrán exigir que el adolescente lo haga con las suyas.
·         Ser positivos. Es bueno que los padres muestren reconocimiento hacia sus hijos adolescentes cuando estos se comportan bien. Ese hecho del refuerzo consigue afianzar la autoestima de chicos y chicas y las ayuda para seguir siendo disciplinados.
·         Evitar la arbitrariedad. Los adolescentes necesitan saber a qué atenerse, si los padres cambian las normas, incluyen otras nuevas de improviso o permiten que unas veces se cumplan y otras, no, el adolescente vivirá desconcertado y sin saber qué línea de comportamiento seguir.
·         Hablar con ellos sobre cualquier conflicto. Hay veces que los padres estamos demasiado cansados y eso nos lleva a tomar decisiones precipitadas e injustas. Reconocerlo con nuestros hijos adolescentes cuando ocurra, explicarles por qué ha pasado e intentar que no vuelva a ocurrir, nos acercará al adolescente y permitirá a este entender que puede rectificarse. También hay que permitir que ellos se expresen. Por eso tras un mal comportamiento lo ideal es hablar de ello y dejar que el chico o la chica nos expliquen la razón de él.
·         Mantener los principios. Es muy habitual que los adolescentes empleen el chantaje emocional, su frase preferida suele ser "a mis amigos sus padres sí les permiten hacer esto o lo otro". Pero es bueno que sus padres no se dejen intimidar por esa presión y mantengan los principios que ellos creen que benefician a su hijo. Pero siempre deben explicarle a este las razones. Así aprenderá la importancia de ser fiel a uno mismo.
·         Respetar. Aunque parece obvio que el respeto es intrínseco al ser humano, en ocasiones y en determinados núcleos familiares, por diversas razones se pierde el respeto a esa falsa propiedad que creemos nuestra: nuestro hijo. Debemos en todo momento pensar y asumir que no tenemos derecho a insultar, ni pegar, ni menospreciar a nuestro hijo, por el simple pensamiento de pertenecía. Si deseamos una disciplina positiva, debe ser des del respeto mutuo.

Explicarles siempre las razones
El objetivo de la disciplina es que los adolescentes aprendan a tomar decisiones acertadas por sí mismos. Para que eso ocurra es necesario que los chicos y las chicas entiendan la razón de las normas. Si no entienden por qué sus padres les exigen hacer algo de determinada forma nunca conseguirán autodisciplinarse y será mucho más difícil que se conviertan en personas responsables.

Dónde imponer normas
En general los asuntos sobre los que los padres de adolescentes necesitan fijar normas son los siguientes:
·         La tarea escolar para casa
·         La ayuda en casa
·         Los horarios de vuelta en la noche
·         Las visitas de los amigos
·         El tiempo dedicado a la computadora o a los juegos

Poder de decisión
A la vez que se les imponen ciertas normas, también es aconsejable que según van creciendo, los adolescentes tengan un mayor poder de decisión sobre su vida. En qué asuntos determinados puede decidir él o ella cómo actuar, deberá ser una decisión de sus padres basada en el grado de madurez de sus hijos, pero en general, ya en las primeras fases de la adolescencia los padres pueden permitir que sean ellos mismos los que decidan sobre la ropa que visten, los peinados que llevan o la decoración de sus habitaciones.

Es más efectivo ser comprensivo
Todo indica que los padres que se muestran democráticos, abiertos e igualitarios consiguen resultados mucho mejores en la ecuación de sus hijos que aquellos que son excesivamente estrictos o demasiado permisivos. En el caso de los padres estrictos, porque muchos adolescentes reaccionan enfrentándose a ellos y en el de los permisivos porque los chicos y chicas se sienten poco apoyados.

falta paciencia
Es importante no olvidar que durante la adolescencia los padres deben hacer un esfuerzo por ser pacientes con los cambios de humor de sus hijos, dedicarles suficiente tiempo estimularles y darles comprensión y amor y evitar la crítica constante. Con esa ayuda, los adolescentes se encaminarán hacia la madurez de una forma mucho más segura y responsable.


domingo, 4 de noviembre de 2018

Pataletas

"Pataletas infantiles"

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       Imagen: Stoklib


Cuando hablamos de pataletas, la primera imagen que nos viene a la mente es la de un niño/a tirado en el suelo llorando y moviendo los brazos y las piernas de un lado para otro y unos padres atónitos que  o saben muy bien que hacer.

He visto varias formas de solucionar una pataleta y cuando tengo la oportunidad de ver alguna, intento no perderme detalle de como los humanos intentamos solucionar aquello que nos causa apuro, ya que la conducta infantil, en este caso distorsionada, causa graves secuelas para los adultos, sobretodo para los cuidadores, ya sean padres, abuelos... Se pone en tela de juicio la capacidad para reconducir situaciones complejas en público, la capacidad de ser un buen padre, el saber hacer...

Veamos algunas reacciones frente a una pataleta:
  1. Los cuidadores miran de un lado a otro buscando la complicidad del público.
  2. Los cuidadores involucran a terceras personas del publico con: "Aquella señora te reñirá", "se te llevará", "aquel señor se reirá de ti"...
  3. Los cuidadores intentan poner límites sin perder los papeles, es decir intentan mantener un acción que quizás ha sido la desencadenante de la pataleta. Utilizan frases como: "Si no te levantas te quedarás castigado", "si te portas así no te traerán nada los reyes", "si no te levantas del suelo ahora mismo nos vamos a casa"...
  4. Los cuidadores ignoran la conducta del niño y siguen con lo que estaban haciendo. Lo miran de reojo y se alejan prudencialmente.
  5. Los cuidadores cuando creen que nadie los ve utilizan la violencia agarrando al niño del brazo fuertemente o dándole una torta.
  6. Los cuidadores cogen al niño y se van a casa desesperados al no poder contener la situación.
  7. Los cuidadores se ríen y le sacan importancia a la pataleta.
  8. Los cuidadores se agachan e intentan hablar con el niño en algún lugar un poco apartado del público.
  9. Los cuidadores gritan y se pelean entre ellos.
  10. los cuidadores ceden a la demanda del niño para así cortar la pataleta.
Seguramente existen otras formas que todavía no he visto y que son utilizadas por los padres para hacer frente a las pataletas infantiles... seguiré observando.

Debemos pensar que una pataleta se produce por varias causas o motivos, que no son beneficiosos para nadie, ni para el menor ni para los cuidadores. Entre algunas otras, se trata de la reacción a un fuerte sentimiento de frustración de un niño o, de una acción aprendida para que los padres cedan frente a sus demandas. 

La causa de la frustración debe llamar la atención y saber diferenciarla de la demanda. Aunque las dos tiene la misma conducta (pataleta) la frustración es quizás más compleja de comprender y la reacción de los cuidadores debe ser distinta. 
Si nos ponemos en la piel de un niño que se siente frustrado ya sea porqué  la demanda que haceno es escuchada, atendida de forma correcta, que no se le presta atención y no se le da explicación, podemos comprender que se produzca un estallido de emociones negativas como la indignación, irritación, resentimiento... que necesitemos expresar de alguna forma. Con ello no digo que este bien patalear, si no que antes de ello existen unas causas previas que como cuidadores debemos atender. 
Como adultos somos los encargados de velar por los niños y también como adultos podemos sentir cierta frustración en nuestro trabajo, en nuestra vida social o en la familiar que nos ha empujado a actuar de forma poco racional. Esa explosión irracional de emociones negativas que sentimos cuando estamos frustrados es la misma que siente un niño cuando presenta una pataleta. Ellos lo exteriorizan así, nosotros intentamos disimularlo, pero si pudiéramos creo que mas de uno se tiraría al suelo y patalearía o gritaría buscando desahogo.

Cuando la pataleta se produce para conseguir algo (juguete, comida, atención...) Debemos estar alerta, el niño ha aprendido como conseguir las cosas que desea. Quizás el apuro que pasan los cuidadores sea tan intenso que se ven incapacitados para poner límites claros al niño. Pero sea como sea, el niño esta aprendiendo como a partir de su conducta puede manipular a los adultos para su propio beneficio.

Cuando el niño ya no sea tan niño, sino un adolescente su entorno tendrá serias dificultades para encauzarlo en unos límites adaptados de convivencia y normas sociales ya que le han enseñado a tener conductas desadaptadas para conseguir las cosas.

En fin, los puntos anteriormente descritos en ocasiones no se producen de forma aislada, muchas veces los cuidadores intentan varias técnicas hasta dar con la que les funciona.

Lo mejor sería una acción preventiva:  comunicación y empatía con altas dosis de amor y confianza. 




Fuente: Ana Balanzá

viernes, 2 de noviembre de 2018

La Opinión cuenta

La opinión cuenta
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       Imagen: Stoklib

                                                             
Me pregunto cuanta importancia damos a los que los demás piensan de nosotros y, lo más importante, si somos conscientes de ello. 


La mayoría responderemos que nosotros pasamos, que nos da igual lo que piensen los demás, que nos sentimos libres para hacer o decir aquello que nos venga en gana... Ahora bien, miremos dentro nuestro, miremos con atención y  honestidad y dejemos de engañarnos de una vez por todas. A todo el mundo en menor o mayor medida, le importa lo que las otras personas digan u opinen de nosotros. El punto de inflexión es como y cuanto nos condiciona ese pensamiento. 

Todos y todas de alguna forma buscamos la aprobación de los demás, encajar en el conjunto social y para ello es importante que se nos tenga una consideración, por lo tanto que estemos y nos sintamos cómodos con la opinión que los demás tengan de nosotros.


Si probamos de contestar a las siguientes cuestiones, encontramos:



  • ¿De donde parten nuestros malestares cuando dependemos en exceso de la opinión de los demás?
Dependemos de los demás porqué no se nos ensenó a fiarnos de nosotros mismos, no se nos dejó ensayar el acierto error sobre las cosas comunes y mundanas; se nos guió diciéndonos cuando sentarnos, cuando hablar, cuando pensar y cuando opinar. Llevado al extremo y sin dejarnos desarrollar nuestra intuición, aunque esa fuese errónea. Nos hemos convertido en dependientes de la opinión de los demás sin tener en cuenta la nuestra propia, sin fiarnos, perdiendo la confianza en nosotros mismos.

El malestar general se centra en la continua búsqueda de la felicidad, aquella a la que se nos ha obligado a buscar incansablemente. Si somos buenos ciudadanos, si acatamos leyes sin rechistar sean injustas o no, si seguimos los patrones marcados en todo lo que hacemos, si seguimos dietas de moda o compramos las emociones que nos intentan vender con los productos anunciados en televisión, si educamos según lo establecido, etc. pensamos que con ello vamos a encontrar la felicidad, se nos abre un abanico de posibilidades para no sobresalir y estar en paz dentro de un circulo cada vez más y más pequeño. Pero nos olvidamos que con quien hay que estar en paz es con nosotros mismos, haciendo lo que creemos justo, aunque la justicia institucional no nos acompañe en ello, sintiéndonos libres de equivocarnos sin temor, educando con el corazón y  no con lo que toca academicamente y por edades, escogiendo nuestro estilo de vida, aquel que nos satisface a nosotros, aquel que nos conviene y sin temor a perder nuestra reputación, sin miedo al que dirán.


Tomando estos pasos estamos más cerca de lo que llamamos felicidad o compromiso y responsabilidad con nosotros mismos ya que habremos tomado las rienda de nuestra vida, por cierto la única que tenemos...
  • ¿Porqué erróneamente tenemos esa necesidad?
Porque no sabemos hacerlo de otro modo. El condicionamiento al que hemos estado expuestos, no nos permite la valentía de expresarnos tal y como sentimos así, como tampoco nos permite hacer lo que realmente nos apetece. Preferimos quedarnos en el lado seguro, no destacar si no es para algo garantizado, algo que muy probablemente nos va a salir bien. Sentimos en nuestro cogote los ojos sociales que nos evalúan constantemente y no podemos defraudarlos, no podemos ser quienes somos realmente, no nos queda otra que ser lo que  pensamos que quieren los demás , o eso creemos...
  • ¿Cuáles son las consecuencias?
Nos volvemos inseguros, ello hace que nuestro autoconcepto y autoestima vayan a la deriva dudando constantemente de nuestras decisiones y elecciones. Perdemos la capacidad crítica, perdemos la capacidad de pensar por nosotros mismos, nos situamos dentro de un círculo que vamos estrechando cada vez más, dejamos de reinventarnos, de soñar, de crear, dejamos de vivir plenamente para pasar nuestra vida segura, monótona, aburrida, esperando no hacer nada que pueda mellar nuestra falsa felicidad y seguridad y lo que es más terrible de todo ello, nos lamentamos por nuestra patética vida y culpamos a los demás y a la vida misma por no habernos dejado ser, por no habernos dejado hacer. Es en sí mismo un sin sentido, un chiste de mal gusto del que encima nos reímos y acabamos diciéndonos entre risas:- y yo que puedo hacer... 

Fuente: Ana Balanzá

jueves, 20 de septiembre de 2018

Legales o ilegales: ¿Cual es la diferencia?



legales o ilegales: ¿Cuál es la diferencia?


                                   Imagen: Xataka Ciencia

Hablaremos de drogas y empezaremos contextualizando la palabra por su significado ofrecido en Diccionario de la Real Lengua española. Sus tres primeras definiciones la enmarcan de tal modo: 

 1. f. Sustancia mineral, vegetal o animal, que se emplea en la medicina, en la industria o en las bellas artes.

2. f. Sustancia o preparado medicamentoso de efecto estimulante, deprimente, narcótico o alucinógeno.

3. f. Actividad o afición obsesiva. El fútbol es una droga.


Podemos observar que se considera una droga tanto los preparados medicinales,  como los productos farmacéuticos fabricados de forma química. Todos ellos producen un efecto estimulante, deprimente, narcótico o alucinógeno.

Siguiendo a  Antonio Escotado en su obra "Historia elemental de las drogas"  el uso de estas se remonta a la la Antigüedad remota, donde distintas culturas a lo largo del tiempo han echo uso de ellas con finalidades distintas, basadas en cultos religiosos, magia, medicina y lúdico.

Lo que ha cambiado a lo largo del tiempo significativamente, a parte de la sustancia en si misma, que aunque parta de la misma fuente psicoactiva, el proceso hasta convertirla en lo que los consumidores toman se ha desvirtuado y prostituido significativamente, es el uso que se hace de ella.

Si en la antigüedad los conocimientos botánicos eran alabados y las propiedades de las plantas eran utilizadas por la mayoría de la población, con el tiempo y el fin del paganismo se impusieron restricciones e incluso su uso estuvo considerado como herejía y condenádolo. 

Actualmente el uso de drogas, es decir productos o conductas que modifican nuestro estado de ánimo, están diferenciados en dos categorías muy diferenciadas y, no debidas a sus efectos, sino a las leyes en que se han construido. Separándolas y diferenciándolas entre drogas ilegales y drogas legales.

Poniendo un ejemplo con la intención de ser más explícitos, haríamos constar como el metifenidato mas conocido como, 
Ritalin, o  Concerta,  que es un medicamento psicoestimulante con una estructura similar a la anfetamina. Se administra a personas con trastorno  de déficit de atención con hiperactividad y es, en sí misma una droga, ya que se encarga de incrementar los niveles de dopamina (DA) y norepinefrina en el cerebro a través de la inhibición de recaptación de los respectivos transportadores de monoaminas.  

La anafetamina por su parte, es una droga psicoestimulante del sitema nervioso central.  Es un agonista indirecto de los receptores presinápticos para noradrenalina (NA) y dopamina (DA) a nivel del sistema nervioso central. La anfetamina se une a estos receptores y los activa, induciendo la liberación de los neurotransmisores de reserva alojados en las vesículas de las terminales nerviosas, convirtiendo los respectivos transportadores moleculares en canales abiertos.  La anfetamina también impide que los transportadores de monoaminas recapturen la DA y NA del espacio sináptico inhibición de la recaptación, lo que conduce a un incremento en los niveles extracelulares de dopamina y noradrenalina.

Si entendemos los mecanismos que se activan al tomar dos substancias que afectan al seistema central nervioso de una forma similar, por no decir prácticamente igual, podemos ver que se trata del mismo mecanismo. La diferencia radica en el nombre y prescripción con el que lo tomemos. Una pertenece al grupo de las legales y la otra no.

Pongamos otro ejemplo:

Si vemos una personan  tomando una o dos cerveza en un bar, no nos alarmamos, no nos sorprendemos. Para nuestra información el el etanol tiene un peso molecular muy bajo, lo que permite que atraviese la membrana del intestino delgado y la mucosa del estómago en un tiempo muy breve. De ahí, al torrente sanguíneo y al cerebro; altera el correcto funcionamiento de los neurotransmisores que controlan funciones como el pensamiento, el comportamiento o las emociones. El etanol tiene la capacidad de afectar tanto a los inhibidores como a los excitadores, es decir, afecta tanto  al nivel de dopamina o glucomatato como al GABA. Posee la capacidad de excitación y al mismo tiempo de inhibición y que por tanto, produce un efecto de calma y de felicidad al mismo tiempo.



Por otro lado tenemos los conocidos Diazepam.  Se usa para el tratamiento de problemas de ansiedad, para los síntomas de abstinencia del alcohol, o los espasmos musculares.   Pertenecen a la familia de sedantes hipnóticos, actúa sobre el sistema nervioso central y periférico  su acción se inicia al unirse a los receptores GABA y produce un efecto relajante e hipnótico.
Si algún conocido o familiar nos comenta que está pasando por una mala etapa en su vida y que ha precisado tomar dicho medicamento, no nos alarmamos, lo vemos de forma compasiva. A diferencia del que toma un par de copas al finalizar el día y aún peor al que se las toma al iniciar la mañana, que lo vemos como alguien que tiene un problema con el alcohol. 

Deberíamos pensar que las dos son sustancias que modifican el estado de ánimo de forma similar, aunque socialmente una es mas aceptada que la otra y ahora para rizar el rizo incluiremos los opiaceos citando textualmente a: https://es.wikipedia.org/Wiki/Opioide


"El término opiáceo se refiere a los alcaloides presentes en el opio, un extracto de la exudación lechosa y blanca obtenida de la incisión de la cápsula de la amapola o adormidera (Papaver somniferum L.). También se ha utilizado tradicionalmente para referirse a los derivados naturales y semi-sintéticos de la morfina. Este término se usa con frecuencia incorrectamente para referirse a todas las drogas con acción farmacológica similar al opio o a la morfina, las que pueden clasificarse más apropiadamente bajo el término opioide.
Los principales opiáceos provenientes del opio son la morfinacodeína, y tebaína. La papaverina también está presente, pero prácticamente no tiene efecto sobre el sistema nervioso central, por lo que verdaderamente no se considera un opioide."
En esta ocasión vemos los derivados que pueden producirse de los opioides, aunque, la ilegal que no se encuentra en la definición sea la heroína, que se extrae a partir de la morfina.

A semejanza, encontramos como en el mundo griego se administraba opio para curar la epidemia de cólera. Seguramente quienes padecieron cólera, el uso de esta droga les atenuaría el dolor, cayendo en un sueño, "adormidera", como ellos lo llamaban, que les ayudó a morir con cierta placidez. También en nuestros días se administra morfina en enfermos que padecen mucho dolor. A mi criterio, algo totalmente lícito.

Los fines curativos de ciertas sustancias se han consumido como vemos, desde  tiempos remotos, haciendo usos de ellas con el fin de curar, fin religioso o terapéutico. También con uso lúdico. Este último el mas utilizado de distintas sustancias en nuestros días y el mas controvertido por pertenecer al grupo de sustancias ilegales.

El grupo de sustancias consumidas legalmente, pertenecería a las grandes productoras de medicamentos: las farmaceuticas. Y su uso se reservaria para personas que necesitan tomar ciertas drogas para restablecer o sobrellevar su vida diaria.

Puede parecer un tanto cruel dirigirse a las personas que toman fármacos para el estado de ánimo como adictos, pero al igual que el alcohol, que esta permitido en nuestra sociedad un mal uso y consumo de cualquier sustancia que modifique el estado de ánimo, puede llevarnos a una adición y si hablamos de adicciones, podemos intuir que tanto lo es para drogas legales, ilegales o ciertas conductas (ludopatía). Lo que se interpreta como erróneo es la convicción de que una persona cocainómana lo es por que lo desea ser y otra que toma el doble de antidepresivos o ansiolíticos prescritos es porque esta muy mal y lo necesita. Podríamos considerarlos adictos a los dos?, o por el contrario, compadeceríamos a uno y al otro lo repudiaríamos como adicto?


Moralmente podemos ponernos las manos sobre la cabeza y seguir creyendo que no es cierto, que un consumidor de "porros" y un consumidor de antidepresivos  no pueden equipararse. En mi opinión es un pensamiento basado en un condicionador social que limita la percepción de los hechos.

No es tanto la sustancia, si no como se toma esa sustancia, con que finalidad o habitualidad y de ese modo se pueda considerar una adicción, una diversión o una medicación. Encasillar a las personas en etiquetas sociales por consumir unas sustancias y no otras, sean legales o no, es caer en una trampa de constructo social donde el sentido común carece de importancia.  

Todo abuso es nocivo sea la sustancia legal o ilegal, toda adición es nociva ya sea de consumo o de conducta y deriva hacia la destrucción personal del individuo.

Responsabilidad, sentido común y valentía, quizás sea lo que falte en esta sociedad, quien sabe...



Fuente: Ana Balanzá