El peligro de las Creencias
Mito:
"Narración
meramente ficticia relativa a personas, acciones o acontecimientos
sobrenaturales que entraña alguna idea popular sobre fenómenos naturales o
históricos. A menudo, es usado de forma vaga para aludir a cualquier tipo de
narración que contenga elementos de ficción."
Las
creencias son productos resultantes de dar como cierto aquello que nunca hemos
visto ni comprobado. Así pues damos por cierto distintas situaciones de nuestra
vida por el simple hecho que se corresponden con la creencia generalizada
de la comunidad o sociedad, sumándose a las creencias religiosas, políticas y
por supuesto personales.
Las
creencias que tenemos sobre el mundo y cuanto nos rodea, condicionan nuestra
vida en la medida que nos condiciona la manera de pensar y actuar, ya que
aquello en lo que creemos supone para cada uno de nosotros una verdad inamovible.
Cuando sucede que lo que
creemos cierto no resulta ser más que un mito producto de nuestra desorbitada imaginación, de juicios precipitados, de envidias, de ingenuidad desmedida…
estamos corriendo el peligro de desvirtualizar nuestras conductas adaptadas
para poder sustentar aquello en lo que queremos creer.
No resulta algo novedoso, ya
que a lo largo de toda la historia encontramos ejemplos bien prácticos: la
creencia de que la tierra era plana o de que el sol giraba en torno a la
tierra. Algunas personas fueron condenadas a muerte por no seguir las creencias
dominantes del momento y sacrificaron sus vidas por mantener sus
descubrimientos.
Muchos
de nosotros también sacrificamos las nuestras cuando sustentamos una creencia
que no nos beneficia, todo al contrario nos remite a la parte más oscura de
nuestro ser, ya que se convierte en algo irracional que no nos detenemos ni siquiera
a valorar, simplemente creemos en ello, creemos en el mito que hemos construido
sobre nosotros mismos, sobre los otros e incluso sobre el mundo que nos rodea.
Cuando
una o varias creencias erróneas se apoderan de nuestro pensamiento, nos
distorsionan la realidad no nos dejan pensar con claridad y constantemente nos
acercan a la irracionalidad. Pues su función es la de perdurar en el tiempo. Así
ejecutamos y construimos una red de creencias erróneas mayor, de supuestos, de interferencias sobre la
realidad que nos alejan de la coherencia e imposibilitan una relación positiva
personal e interpersonal. También nuestras
demandas hacia nosotros mismos, los otros y el mundo se hacen cada vez mayores y
cada vez más insatisfechas por lo que la
frustración aparece día tras día con mayor intensidad.
Si por el contrario nuestra red
de creencias está en armonía con nosotros, con los otros y con el mundo, las
demandas son acordes a las necesidades y por lo tanto la frustración es mucho
menor, las conductas son adaptadas al entorno social y personal, las
interferencias son afrontadas adaptativamente… Estamos en sintonía con nuestros
pensamientos, nuestras conductas y nuestras emociones. FELICIDADES ¡! Estamos en
el camino correcto.
Cuestionarnos continuamente
sobre nuestros pensamientos, creencias y demandas es vital para no dejarnos
llevar por pensamientos erróneos que perturben nuestro equilibrio vital.