DEFINICIÓN DE:
El rendimiento académico hace referencia a la evaluación del conocimiento adquirido en el ámbito escolar, terciario o universitario. Un estudiante con buen rendimiento académico es aquél que obtiene calificaciones positivas en los exámenes que debe rendir a lo largo de una cursada.
En otras palabras, el rendimiento académico es una medida de las
capacidades del alumno, que expresa lo que éste ha aprendido a lo largo del
proceso formativo.
También supone la capacidad del alumno para responder a los estímulos
educativos. En este sentido, el rendimiento académico está vinculado a
la aptitud.Existen distintos factores que inciden en el rendimiento académico.
Desde la dificultad propia de algunas asignaturas, hasta la gran cantidad
de exámenes que pueden coincidir en una fecha, pasando por la amplia
extensión de ciertos programas educativos, son muchos los motivos que
pueden llevar a un alumno a mostrar un pobre rendimiento académico.
Otras cuestiones están directamente relacionadas al factor psicológico, como
la poca motivación, el desinterés o las distracciones en clase, que dificultan la
comprensión de los conocimientos impartidos por el docente y termina
afectando al rendimiento académico a la hora de las evaluaciones.
Por otra parte, el rendimiento académico puede estar asociado a
la subjetividad del docente cuando corrige. Ciertas materias, en especial
aquéllas que pertenecen a las ciencias sociales, pueden generar distintas
interpretaciones o explicaciones, que el profesor debe saber analizar en la
corrección para determinar si el estudiante ha comprendido o no los conceptos.
En todos los casos, los especialistas recomiendan la adopción de hábitos de
estudio saludables para mejorar el rendimiento escolar; por ejemplo, no
estudiar muchas horas seguidas en la noche previa al examen, sino repartir el
tiempo dedicado al estudio.
Bajo rendimiento no es sinónimo de poca
capacidad
Se ha comprobado muchas veces que la mente humana es muy compleja y que
nuestras reacciones y conductas no deben ser analizadas superficialmente. Es
de público conocimiento que Albert Einstein tenía un pobre desempeño
escolar y que se llegó a dudar de su capacidad intelectual. Pero casos como el
suyo se dan constantemente en todas partes del mundo, al menos en cuanto a
la incomprensión por parte de los docentes de una conducta académica
reprobable.
Shigeru Miyamoto, considerado por muchos el padre de los videojuegos, llegó a
preocupar a su familia por su falta de apego a los estudios; se cuenta que
mientras cursaba su carrera universitaria, pasaba mucho tiempo tocando
música y dibujando, entre otros pasatiempos artísticos, y que esto repercutía
en que no consiguiera prepararse adecuadamente para los exámenes. Hoy en
día, este genio del entretenimiento digital está pensando en su jubilación, luego
de haber ofrecido al mundo un legado incomparable, que en más de una
ocasión sentó las bases del diseño de juegos.
¿Podría decirse entonces que Einstein y Miyamoto no eran lo suficientemente
inteligentes como para cursar sus estudios? Dado que esta posibilidad es
absurda, la respuesta debe necesariamente residir en otro componente de
la ecuación. En ambos casos, se trataba de personas que tenían un potencial
creativo fuera de lo común y que se encontraba activo, cual un volcán a punto
de entrar en erupción. Un individuo que siente el impulso de crear, de encontrar
su propio camino ante la insatisfacción que le provoca su entorno, es muy
propenso a rebelarse antes las imposiciones de un sistema educativo cerrado,
que lo obliga a memorizar fechas y nombres en lugar de ayudarlo a encausar
su capacidad inventiva.
Por otro lado, son muchos los países que denuncian el uso cada vez más pobre
del idioma por parte de la juventud, la falta de vocación, y la sensación
generalizada de infelicidad una vez alcanzada la vida adulta.
Los sistemas educativos están configurados de manera tal que la misma
persona que aprueba satisfactoriamente Lengua termine cometiendo terribles
faltas de ortografía, y que quien consigue superar todas las materias
relacionadas con los números sea incapaz de realizar una simple división sin la
ayuda de una calculadora.
En pocas palabras, basarse en el rendimiento académico para evaluar
las capacidades intelectuales de una persona es absolutamente
incorrecto.
Si la educación se adaptara a las necesidades de cada
individuo, si no se forzara el conocimiento sino que se
incentivara a aprender e investigar, es muy probable que
El rendimiento académico hace referencia a la evaluación del conocimiento adquirido en el ámbito escolar, terciario o universitario. Un estudiante con buen rendimiento académico es aquél que obtiene calificaciones positivas en los exámenes que debe rendir a lo largo de una cursada.
En otras palabras, el rendimiento académico es una medida de las
capacidades del alumno, que expresa lo que éste ha aprendido a lo largo del
proceso formativo.
También supone la capacidad del alumno para responder a los estímulos
educativos. En este sentido, el rendimiento académico está vinculado a
la aptitud.Existen distintos factores que inciden en el rendimiento académico.
Desde la dificultad propia de algunas asignaturas, hasta la gran cantidad
de exámenes que pueden coincidir en una fecha, pasando por la amplia
extensión de ciertos programas educativos, son muchos los motivos que
pueden llevar a un alumno a mostrar un pobre rendimiento académico.
Otras cuestiones están directamente relacionadas al factor psicológico, como
la poca motivación, el desinterés o las distracciones en clase, que dificultan la
comprensión de los conocimientos impartidos por el docente y termina
afectando al rendimiento académico a la hora de las evaluaciones.
Por otra parte, el rendimiento académico puede estar asociado a
la subjetividad del docente cuando corrige. Ciertas materias, en especial
aquéllas que pertenecen a las ciencias sociales, pueden generar distintas
interpretaciones o explicaciones, que el profesor debe saber analizar en la
corrección para determinar si el estudiante ha comprendido o no los conceptos.
En todos los casos, los especialistas recomiendan la adopción de hábitos de
estudio saludables para mejorar el rendimiento escolar; por ejemplo, no
estudiar muchas horas seguidas en la noche previa al examen, sino repartir el
tiempo dedicado al estudio.
Bajo rendimiento no es sinónimo de poca
capacidad
Se ha comprobado muchas veces que la mente humana es muy compleja y que
nuestras reacciones y conductas no deben ser analizadas superficialmente. Es
de público conocimiento que Albert Einstein tenía un pobre desempeño
escolar y que se llegó a dudar de su capacidad intelectual. Pero casos como el
suyo se dan constantemente en todas partes del mundo, al menos en cuanto a
la incomprensión por parte de los docentes de una conducta académica
reprobable.
Shigeru Miyamoto, considerado por muchos el padre de los videojuegos, llegó a
preocupar a su familia por su falta de apego a los estudios; se cuenta que
mientras cursaba su carrera universitaria, pasaba mucho tiempo tocando
música y dibujando, entre otros pasatiempos artísticos, y que esto repercutía
en que no consiguiera prepararse adecuadamente para los exámenes. Hoy en
día, este genio del entretenimiento digital está pensando en su jubilación, luego
de haber ofrecido al mundo un legado incomparable, que en más de una
ocasión sentó las bases del diseño de juegos.
¿Podría decirse entonces que Einstein y Miyamoto no eran lo suficientemente
inteligentes como para cursar sus estudios? Dado que esta posibilidad es
absurda, la respuesta debe necesariamente residir en otro componente de
la ecuación. En ambos casos, se trataba de personas que tenían un potencial
creativo fuera de lo común y que se encontraba activo, cual un volcán a punto
de entrar en erupción. Un individuo que siente el impulso de crear, de encontrar
su propio camino ante la insatisfacción que le provoca su entorno, es muy
propenso a rebelarse antes las imposiciones de un sistema educativo cerrado,
que lo obliga a memorizar fechas y nombres en lugar de ayudarlo a encausar
su capacidad inventiva.
Por otro lado, son muchos los países que denuncian el uso cada vez más pobre
del idioma por parte de la juventud, la falta de vocación, y la sensación
generalizada de infelicidad una vez alcanzada la vida adulta.
Los sistemas educativos están configurados de manera tal que la misma
persona que aprueba satisfactoriamente Lengua termine cometiendo terribles
faltas de ortografía, y que quien consigue superar todas las materias
relacionadas con los números sea incapaz de realizar una simple división sin la
ayuda de una calculadora.
En pocas palabras, basarse en el rendimiento académico para evaluar
las capacidades intelectuales de una persona es absolutamente
incorrecto.
Si la educación se adaptara a las necesidades de cada
individuo, si no se forzara el conocimiento sino que se
incentivara a aprender e investigar, es muy probable que
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