lunes, 11 de noviembre de 2013

La Dimensión de nuestros actos.



A la construcción de nuestro propio modo de ser, de nuestra forma de vida concreta, es a lo que llamamos "estructura ética" del comportamiento.


"no sabemos cómo actuar, sabemos únicamente que tenemos que actuar"





En el acto animal existe un ajustamiento completo con el medio en que actúa; sus instintos le dictan cómo actuar en cada caso. A este carácter del acto le llamaremos "justeza"; la situación estimulante, de un lado, y la capacidad biológica, del otro, determinan unívocamente una respuesta.
Nosotros, ante un estímulo, ignoramos cómo actuar; sabemos únicamente que tenemos que actuar. Dentro de ciertas posibilidades, todas "irreales", hemos de elegir una y hacerla real. Ésta es una primera dimensión de nuestra libertad, a la que llamaremos ontológica, pues se refiere a nuestra específica estructura de ser, distinta de los demás seres vivos. Tenemos que considerar la realidad antes de actuar en ella; esto significa moverse en la "irrealidad" en la cual nos formamos un esquema del acto y elegimos las maneras de llevarlo a cabo.
Podemos decir que estamos "condenados a la libertad", ya que ésta es la que nos distingue de los animales; por ello, la libertad es una característica específica de nuestros actos. Somos seres que, si bien pertenecemos a la naturaleza por nuestras determinaciones biológicas y físicas, estamos, sin embargo, más allá de ella en cuanto creamos un mundo social y cultural que debemos explicarnos en su totalidad y en cada acto concreto.
Por lo tanto, a diferencia de los entes puramente naturales, no estamos completos si nos limitamos a una existencia sólo física y biológica. Tenemos que completarnos, creando un mundo distinto y construyéndonos a nosotros mismos. Nuestra vida no está dada por potencias extrañas, pues la conquistamos, encontramos, logramos y adquirimos lentamente por medio de nuestras acciones. Éstas se dirigen a fines posteriores, con lo cual la naturaleza se transforma en cultura y la creación de la vida de cada individuo en existencia social.
“Al animal le está dado el ajustamiento; nosotros tenemos que ajustarnos, es decir, tenemos que elegir un acto, aun cuando sea una sola la posibilidad, puesto que podemos elegir el no hacer nada. Esta "libertad ontológica" es condición de posibilidad de nuestros actos”.




Esta acción libre, que rebasa el plano meramente natural, implica lo que llamaremos "constitución ética de nuestra conducta", por lo que entendemos a la ética no sólo como la reflexión en torno al comportamiento de los individuos en sociedad, sino también como la estructura de ser que hace que nuestros actos sean radicalmente distintos a los de los demás entes.
A partir de Aristóteles, ética significa modo de ser, carácter. Ésta es la traducción original de la palabra griega éthos. Lo ético comprende las disposiciones del hombre en la vida, su carácter, sus costumbres y su moral; ética es carácter, pero no en el sentido psicológico o biológico de "temperamento", dado en las estructuras de la especie o nacido con nosotros para toda la vida, sino en el de modo de ser o forma de vida que vamos adquiriendo, apropiando e incorporando a lo largo de nuestra existencia.
Es el hábito, la repetición de actos iguales, el que, en el comportamiento, nos forma el carácter, es decir, la personalidad que hemos conquistado a través de la vida, lo que hemos hecho de nosotros mismos. Aquí encontramos un círculo. El carácter o la estructura ética nace de la repetición de actos iguales y ésta, a su vez, se convierte en el principio interno de nuevos actos.

“Si bien en nuestras determinaciones biológicas y físicas
pertenecemos a la naturaleza, estamos más allá de
ella en cuanto creamos un mundo social y cultural”.


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