viernes, 20 de noviembre de 2015

las pastillas de la felicidad

las pastillas de la felicidad



Si, se puede comprar en nuestros días las pastillas de la felicidad !! se trata de esos fármacos mágicos que estabilizan nuestros niveles de serotonina, dopamina y noradrenalina entre otros, de nuestro cerebro. 

Es obvio pensar, que en ocasiones, existe la necesidad real de  tomar fármacos que  nos estabilicen de manera temporal, para sobre llevar episodios de nuestras vidas que  nos superan. Pero debemos ser conscientes de que se trata de una ayuda, en un periodo de tiempo que debe ser limitado y controlado. 
Más allá de lo establecido y pautado médicamente, se convierten en productos de los cuales dependemos y que sin ellos, no podemos llevar una "vida normalizada", por decirlo de una forma clara y entendible, se convierten en drogas, creando en torno a ellas una dependencia vital. 

Nos puede sorprender que algo prescrito por un especialista se pueda convertir en una sustancia nociva para nuestra salud, pero los fármacos que alteran el funcionamiento de nuestro cerebro, tomados en exceso sin supervisión médica nos pueden ocasionar una disfuncionalidad vital y una dependencia hacia ellos. Es muy importante que si se recurre a la necesidad de tomar estabilizantes para poder superar, por ejemplo una depresión, se haga bajo supervisión médica tanto al inicio del tratamiento como para finalizarlo, ya que para abandonar este tipo de fármacos existen unas pautas de deshabituación, disminuyendo las dosis tomadas.

La pregunta que se me plantea desde esta visión sería ,si dentro de lo socialmente establecido, se considera adicto a las personas que recurren a los fármacos de manera recurrente?
La respuesta en mi opinión y en la de muchos expertos en adicciones sería afirmativa. En las clínicas de abandono de consumo de sustancias tóxicas existen unidades especializadas en el tratamiento de personas que ingresan con dicha adicción.

La dependencia a cualquier sustancia o actividad que genere una negatividad en nuestras vidas las deberíamos considerar o llamar por su nombre "droga". Y podríamos enumerar muchas, que solemos obviar para facilitarnos la vida o porque no encontramos otra manera de afrontar las problemáticas sociales que nos rodean. Pero partimos de la idea que todas ellas pertenecen a lo socialmente aceptado, cuando su mal uso, se trata ni nada más, ni nada menos que una adicción.

Justificando comportamientos que promocionen la adicción no solucionamos el problema, hacerlo cotidiano tampoco, normalizar estas conductas tampoco. Pero lo que en mi modesta opinión tendríamos que empezar a hacer sería, entender, llamar a las cosas por su nombre y pedir ayuda u ofrecer, siempre y cuando, veamos indicadores de consumo.

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