Cuando damos una indicación a un niño o una niña debemos detenernos un instante para evaluar si lo estamos haciendo de forma correcta o no. Porque? por que ellos interpretan mucho más que las palabras, mucho más que la entonación, mucho más que el significado. Son capaces de leer entre líneas y adaptar esa indicación a sus esquemas mentales en la construcción de la realidad.
Esquemáticamente podríamos transformarlo de forma muy, muy y muy simplificada en el siguiente cuadro:
NO SE PEGA
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Porque lo digo yo !
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No puedo defenderme?
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NO SE ESCUPE
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Él puede escupir y yo no?
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NO SE HABLA
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No puedo opinar?
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NO SE SALTA
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No podré enseñarle lo fuertes que son mis piernas?
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NO SE JUEGA
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No quiere pasar tiempo conmigo?
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NO SE RÍE
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Estará enfadado/a?
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NO SE TOCA
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Será blandito?
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NO SE…
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Todo lo hago mal?
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Cuando solamente hacemos que se acaten normas sin
explicaciones, sin buscar la comprensión o el aprendizaje de los más pequeños/as,
nos convertimos en padres y madres tiránicos, a los cuales les sobran las
explicaciones y les es más cómodo ordenar de forma simple sus vidas.
Las incógnitas que despertamos en nuestros
hijos y a la que no ofrecemos alternativas resolutivas o adaptadas a las
situaciones se las responden ellos mismos, a veces de forma óptima y otras
buscando respuestas en comportamientos distorsionados dentro del núcleo
familiar y dentro de la sociedad.
Merece la pena explicar, razonar y ofrecer
explicaciones para que los niños y niñas puedan comprender de manera fiable
cuanto les rodea sin tener que buscar respuestas de fuentes inciertas y que los
pueden conducir a la construcción de patrones de comportamiento desadaptados.
Fuente: Ana Balanzá
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