Los esquemas mentales
Cada
persona procesa la información que recibe del entorno de una forma concreta,
única. El bagaje personal desde la infancia nos ayuda a configurar unas ideas
sobre el mundo de forma personal, así mismo construimos los afrontamientos a los
problemas o situaciones, las emociones, los pensamientos. Todo ello pertenece a
los cimientos y la estructura de nuestros esquemas mentales.
En dichos
esquemas se asientan los fundamentos de pensar, actuar y sentir de una forma y
no de otra.
Cuando una
manera de afrontamiento nos sirvió siendo niños, la guardamos archivada en
nuestro procesamiento, en nuestros esquemas mentales como beneficiosa y útil.
La utilizaremos cada vez que la tarea se asemeje a la del pasado en la busca de
la solución.
El problema
se presenta cuando ese afrontamiento que utilizamos en el pasado, ya sea frente a una disputa, un abuso, un desamor... no se adapta y
modifica, dando siempre la misma respuesta y por supuesto esperando el mismo
resultado. Lo que fue útil en el pasado ahora se convierte en un obstáculo que
no nos deja avanzar en la comprensión general de lo que nos rodea. Nuestra
nueva realidad. El esquema se ha quedado estático sin asimilar ni acomodar nueva
información de procesamiento.
De alguna manera nos estamos alejando de la
realidad, encerrando en cómo nos gustaría que fuesen las cosas para poder
afrontarlas como sabemos, con el patrón antiguo de afrontamiento para generar
la misma emoción del día que nos sirvió.
Es complejo
entender que lo que creíamos tan cierto e inamovible nos pueda estar dañando,
pero cuando las pruebas se remiten a la parte racional de nuestra capacidad
cognitiva, nos percatamos que actuamos siguiendo aquello, aunque nos sea
perjudicial a lo cual estamos aferrados
sin saber hacerlo de otra forma ni entender el motivo que nos lleva a ello.
El cambio
en nuestros esquemas mentales solo podrá darse cuando nuestras distorsión cognitiva,
creencias, demandas… sean substituidas por el pensamiento adaptado a nuestra
realidad actual y por lo tanto asimilado y acomodado en nuestros esquemas
mentales.
Ello no
resulta una tarea fácil ni corta. Solamente con la constancia y la perseverancia
podemos acercarnos a modificar nuestros esquemas mentales, los que se han
vuelto rígidos deben flexibilizarse al ritmo de nuestro crecimiento personal y
de nuestras necesidades. Ya que de otro modo nos auto-saboteamos el dulce
camino de nuestra existencia.
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