jueves, 16 de enero de 2014

Los esquemas mentales




Cada persona procesa la información que recibe del entorno de una forma concreta, única. El bagaje personal desde la infancia nos ayuda a configurar unas ideas sobre el mundo de forma personal, así mismo construimos los afrontamientos a los problemas o situaciones, las emociones, los pensamientos. Todo ello pertenece a los cimientos y la estructura de nuestros esquemas mentales.
En dichos esquemas se asientan los fundamentos de pensar, actuar y sentir de una forma y no de otra.

Cuando una manera de afrontamiento nos sirvió siendo niños, la guardamos archivada en nuestro procesamiento, en nuestros esquemas mentales como beneficiosa y útil. La utilizaremos cada vez que la tarea se asemeje a la del pasado en la busca de la solución.
El problema se presenta cuando ese afrontamiento que utilizamos en el pasado, ya sea frente a una disputa, un abuso, un desamor... no se adapta y modifica, dando siempre la misma respuesta y por supuesto esperando el mismo resultado. Lo que fue útil en el pasado ahora se convierte en un obstáculo que no nos deja avanzar en la comprensión general de lo que nos rodea. Nuestra nueva realidad. El esquema se ha quedado estático sin asimilar ni acomodar nueva información de procesamiento. 
De alguna manera nos estamos alejando de la realidad, encerrando en cómo nos gustaría que fuesen las cosas para poder afrontarlas como sabemos, con el patrón antiguo de afrontamiento para generar la misma emoción del día que nos sirvió.

Es complejo entender que lo que creíamos tan cierto e inamovible nos pueda estar dañando, pero cuando las pruebas se remiten a la parte racional de nuestra capacidad cognitiva, nos percatamos que actuamos siguiendo aquello, aunque nos sea perjudicial  a lo cual estamos aferrados sin saber hacerlo de otra forma ni entender el motivo que nos lleva a ello. 

El cambio en nuestros esquemas mentales solo podrá darse cuando nuestras distorsión cognitiva, creencias, demandas… sean substituidas por el pensamiento adaptado a nuestra realidad actual y por lo tanto asimilado y acomodado en nuestros esquemas mentales.

Ello no resulta una tarea fácil ni corta. Solamente con la constancia y la perseverancia podemos acercarnos a modificar nuestros esquemas mentales, los que se han vuelto rígidos deben flexibilizarse al ritmo de nuestro crecimiento personal y de nuestras necesidades. Ya que de otro modo nos auto-saboteamos el dulce camino de nuestra existencia.



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