Educación y Emociones
Las emociones
forman parte del crecimiento personal de todo humano, los niños aprenden a
utilizarlas desde bien temprano para generar respuestas en sus entornos
familiares. Tanto es así, que encontramos ejemplos bien claros: Un niño utiliza
su llanto para generar atención, y
aunque a simple vista pueda ser más una conducta que una emoción, se genera en
sí misma la emoción de sentirse desatendido o perturbado por algún dolor. Por otro
lado el cuidador siente la emoción de preocupación por el llanto por lo que
reacciona, actúa según la valoración de la situación generada por la emoción y
la conducta.
Todas las
emociones nos empujan a sentir que estamos vivos y a actuar en concordancia a
lo aprendido a lo largo de nuestras vidas, el estancamiento de emociones
negativas nos produce una sensación de oscuridad en el presente que no nos deja
avanzar en nuevas perspectivas de futuro, ya que toda nuestra atención se
centra en lo negativo acumulado hasta el momento.
Realmente
existen vidas complicadas en la sociedad actual que no dejan espacio para
demasiadas emociones positivas. De ello es ejemplo las vidas de los niños que
sufren carencias en sus vidas, ya sea a nivel económico, emocional, educativo,
fraternal…pueden convertirse en personas desatendidas en toda la amplitud de la
palabra que sin remedio corren el riesgo de padecer depresiones, trastornos de
personalidad, creencias erróneas de personas vacías, sin expectativas de futuro….sintiéndose
en inferioridad con sus iguales, conllevando problemas de rebeldía en la
escuela, fracaso escolar…
La importancia de ofrecerles una educación
emocional que los haga afrontar de manera adaptada su realidad personal, es
quizás una forma de crecimiento personal abordado a mejorar su auto-concepto y
su identidad para potenciar su persona como única, ofreciendo una visión de
futuro con nuevas oportunidades. De otra forma la carencia que les acompaña
durante su infancia puede perdurar toda su vida, convirtiéndose en víctimas de
la sociedad, que como tal no ha sabido reaccionar a tiempo para poder ofrecer a
estos niños no solo una educación académica obligatoria, llena de contenidos teóricos;
sino también una educación de
crecimiento personal donde el desarrollo de su “yo” sea equiparable al de otros
niños exentos de carencias.
En la
educación actual, controlada por los gobiernos cambiantes cada cuatro años, se
pierde la esencia de lo que entraña la palabra educar y se convierte en un mero
mecanismo de enseñanza básica no más allá de las páginas de los libros. Por lo
que la carencia de crecimiento personal no solo afecta a los más necesitados,
sino a cada uno de los niños en edades escolares.
El peligro
de no remediar la formación íntegra de las personas, expone a las generaciones futuras
a una realidad un tanto perturbadora, ya que los niños de hoy son los hombres
del mañana.
…Quizás vaya siendo hora de pensar
en ello….
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